Bajo el nombre de “Sociedad nacional e internacional en Andrés Bello”, un grupo de expertos y expertas de la UCHILE ahondó en las dimensiones legales de temas como el derecho internacional y sus fundamentos, la nacionalidad y extranjería y las visiones en torno a la libertad económica del primer rector del plantel. Todo esto, como parte de la jornada en homenaje a Andrés Bello, desarrollada el miércoles 8 de octubre en el Complejo UniversitarioVM20.
Esta mesa en particular reunió a las y los académicos y especialistas Raúl Letelier y Cecilia Domínguez, de la Facultad de Derecho; Óscar Landerretche, de la Facultad de Economía y Negocios; y Rodrigo del Río, académico de la PUC; bajo la moderación de Matthew Mayne-Nicholls.
Andrés Bello y la construcción del Estado
Bajo el título de “Bello y el Derecho Público”, el profesor de la Facultad de Derecho Raúl Letelier, examinó lo que en sus palabras fue “la primera obra de derecho administrativo en Chile”.
“Es un lugar común afirmar que Andrés Bello no habría tenido dentro de sus principales preocupaciones la regulación del poder público ni la regulación de la jurisdicción de contencioso y administrativo”, que es la forma de regulación del poder público en el siglo XX. Para el jurista, esta preocupación más bien estuvo expresada en el ámbito administrativo “de la construcción de un Estado frente a la necesidad de proveer a ese mismo Estado los bienes y dinero necesario para su funcionamiento”. En definitiva, Andrés Bello “participa de la preocupación por construir un Estado que entrega servicios públicos”.
Una re lectura de un texto fundamental
La investigadora del Centro de Derechos Humanos y profesora asistente enseñanza clínica del derecho Facultad de Derecho, Cecilia Domínguez, ofreció la charla “El derecho de gentes en la obra de Andrés Bello: relectura y reflexiones para la actualidad”, instancia en la que ahondó en la obra de 1832. En este volumen, señaló, Andrés Bello aborda “temas que podríamos decir hoy que son constitucionales como son el concepto de nacionalidad y de extranjería”.
Estos conceptos de nacionalidad y extranjería se utilizan “como etiquetas o certificados para garantizar ciertos derechos”, lo cual en la obra del jurista está asociado a derecho internacional. “Un principio que él considera básico para el derecho internacional -que sabemos que no solo es derecho internacional sino que también es derecho público- es el principio de reciprocidad (...)”, también vinculado en la lectura de Andrés Bello a la soberanía.
Bello aboga por la construcción de sociedad de naciones, incluyendo entonces la idea de reciprocidad, fomentando el cumplimiento mutuo de las normas. Como destacó la académica, Andrés Bello sería un pionero al plantear esto último en un contexto previo a eventos como las guerras mundiales.
“Hoy más que nunca parece relevante recordar el contenido teleológico del derecho internacional desarrollado por Bello, pues están siendo las acciones de proteccionismo económico y ruptura de los principios más fundamentales del derecho internacional los que están deteriorando progresivamente la fuerza transformadora y protectora de esta rama del derecho”, señaló.
Sobre la extranjería, “el autor señala que los lazos entre un ciudadano y su patria no son indisolubles, por lo que cuando es maltratado por ella y ‘compelido a buscar en otro suelo el bienestar y felicidad que no puede encontrar en el suyo, le es lícito abandonar la asociación a la que pertenece, e incorporarse a otra’”. Con este planteamiento, Bello vuelve a ser pionero pues “establece así una suerte de ‘derecho a emigrar’”, previa a su consagración en el derecho internacional actual en la Declaración Universal de Derechos Humanos más de 100 años después.
La historia de la independencia y la dimensión económica
El profesor de la FEN, Óscar Landerretche presentó el texto "¿Bello economista? ¿Bello liberal? Una exégesis abusiva del ensayo "El Lujo" de 1839”, intervención en la que revisó el cruce de la historia de la independencia, los viajes y misiones de Bello en Europa y las influencias que construyeron su mirada política y económica.
Tras la revolución del 19 de abril en Venezuela, mediante la cual se destituyó al peninsular Vicente de Emparán y Orbe, y establecida la “Junta de Caracas”, esa instancia “decidió enviar una misión a Londres con el objeto de fraguar una alianza con el principal rival de Napoleón, el Imperio Británico. La delegación estaría compuesta por el hidalgo criollo Simón Bolívar, el abogado Luis López Méndez y el joven intelectual Andrés Bello”.
Esta llegada a la capital británica marcó la trayectoria de Bello, quien, tras el fracaso de la misión -en palabras del profesor Landerretche- “se encontró varado en Inglaterra, sin fondos ni trabajo y sin manera de volver a Caracas. Como sabemos, no volvería nunca a Venezuela ya que eventualmente migraría directamente a Chile en 1829 de donde nunca saldría”.
En esa experiencia, señala el profesor Landerretche, Bello habría tenido la influencia del pensador Jeremy Bentham. Si bien existe poca evidencia de interacción directa entre Andrés Bello y este último, “está muy documentada la relación de Luis López Méndez con el filósofo utilitarista inglés”, quien además era afín a las causas independentistas latinoamericanas.
En definitiva, “es evidente la influencia que tuvo el pensamiento liberal y racionalista de Bentham en Bello”, lo cual -siguiendo lo planteado por el profesor Joaquín Trujillo en Andrés Bello: Libertad, Imperio y Estilo, “propone que Bello es un pensador que habita un espacio de arbitraje (diríamos los economistas) entre el liberalismo y racionalismo radical de Bentham y una suerte de conservadurismo católico moderado que respeta y valora las tradiciones contenidas en las costumbres, la cultura y particularmente el lenguaje”.
Esta mirada se plasma en Chile en artículos del diario El Araucano, periódico conservador del cual Bello fue editor. Uno de ellos se titula “El lujo”, donde de “Bello le da permiso a su pequeño moralista interior y atiende el argumento de que si bien el lujo puede jugar un rol económico; en exceso puede señalizar y proponer ciertas decadencias morales que podrían ser peligrosas desde el punto de vista cultural”.
La pieza clave: la cultura intelectual
El académico de la PUC, Rodrigo del Río, trajo a la mesa el texto “Fecunda zona: cultura intelectual en la teoría internacional de Andrés Bello”. La cultura intelectual, señaló, es un “concepto aparentemente accesorio en la teoría del jurista pero importante de la actualidad”, en pleno contexto de crisis de las relaciones internacionales, conflictos armados, el abandono de organismos multilaterales.
En la teoría internacional del jurista, “Bello propone una vía americana para la paz, sin garantías, basada en lo que llamará una cultura intelectual”, término que, detalló del Río, “está diseminado en un amplio espectro de los textos de Bello”, como parte de su construcción de “nuevos signos para expresar ideas nuevas”.
Considerando la idea de construir sociedades de naciones, como había analizado previamente la profesora Domínguez, Bello pone el punto de la cultura intelectual, sin la cual estas instancias serían “un semillero de disputas”.
Así, para Bello, la cooperación internacional debía fundarse en este principio, el cual “difunda las sanas ideas morales y propende continuamente a cimentar las relaciones de los pueblos sobre la base de la justicia”. En definitiva, señaló el académico, “es notable para Bello que la cultura intelectual tenga más peso que el equilibrio de intereses de los Estados como sostén del orden internacional”.
Este panel se encuentra completo en la siguiente transmisión del canal de Youtube de la UCHILE: