En la ceremonia, realizada este miércoles 3 de septiembre en el Auditorio Lucía Invernizzi de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, la Rectora Rosa Devés señaló que "rendir homenaje al Profesor Castillo Didier no es sólo celebrar una trayectoria académica y una vida personal excepcional y ejemplar, sino también es rendir tributo a una tradición que nos antecede y debe proyectarnos. Es reconocer en su vida y en su obra el espíritu que da sustento a la universidad pública con la convicción de que saber nos hace más libres y que es cimiento de democracia y dignidad. Pocos han encarnado con tanta fidelidad como él este ideal universitario. Su sabiduría, siempre acompañada de modestia y generosidad, lo convirtieron a lo largo de los años en un maestro tan admirado y respetado como querido. Su coherencia intelectual y personal ha sido ejemplo de rectitud para muchas generaciones".
El decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Raúl Villarroel Soto, destacó la amplitud intelectual y la vocación de puente entre culturas que caracterizan la obra de Castillo Didier. “Es un maestro cuya vida ha sido sinónimo de entrega al conocimiento, la cultura y el entendimiento entre los pueblos. Formado en la Universidad de Chile en las más diversas disciplinas, filosofía, ciencias, derecho, artes musicales y letras, literalmente un polímata, cuya amplitud intelectual no solo marcó su camino académico, sino que también le otorgó la capacidad de tender puentes entre mundos y tradiciones. Fundador y alma del Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos, su obra extensa y rigurosa, con cerca de 300 publicaciones y traducciones, ha abierto a generaciones de lectores la puerta a una de las literaturas más ricas de la humanidad. Pero su legado no se limita a los libros, también está en sus clases, en su magisterio paciente, en su convicción profunda de que la traducción es también un acto de paz, un gesto de encuentro entre pueblos y culturas”.
Por su parte, Sebastián Salinas Gaete, director del Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos “Fotios Malleros”, realizó una semblanza biográfica del homenajeado, resaltando tanto su dimensión académica como personal. “Don Miguel es como nuestro Centro: un verdadero profesor griego, bizantino y neohelénico. Con más de 300 publicaciones y traducciones, ha sabido tender puentes entre épocas, lenguas y tradiciones, siempre con una profunda generosidad hacia sus estudiantes y colegas. Como él mismo ha demostrado, sin la traducción las culturas no conversan, y el conocimiento quedaría encerrado en cada pueblo”.
El profesor Salinas destacó distintos hitos, como el conocimiento de griego y latín de su hermano Jorge, el encuentro con Fotios Malleros, con quien cursó griego antiguo, y que abriría “el camino hacia Ítaca de una manera impensada”, y el regalo de su padre del libro Cristo de nuevo crucificado de Nikos Kazantzakis, el que marcaría para siempre su vida. Más tarde, la viuda de Kazantzakis lo buscará para que se hiciera cargo de la primera traducción al español de Odisea lanzada en 1975. Sus estudios de órgano en el Conservatorio de Música de la Universidad de Chile se vieron interrumpidos por el Golpe de Estado de 1973. Luego vino el exilio en Venezuela, donde vivió la nostalgia, pero también el encuentro con las figuras de Andrés Bello y Francisco de Miranda. El retorno a la Universidad de Chile en noviembre de 1991 ocurrió de la mano de la decana Lucía Invernizzi Santa Cruz. “Antes, en 1990, pudo por fin obtener el título de licenciado en lengua griega moderna, su único grado académico, donde presentó como tesis un trabajo que terminaría siendo una obra cumbre: Kavafis íntegro”.
Cuando Alejandro Zorbas renunció como director del centro en noviembre de 1992, Miguel Castillo Didier tomó la posta, dirigiendo el Centro de Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelénicos desde el 1 de diciembre de 1992 hasta abril de 2024. “Traductor, músico, profesor, lector, poeta, padre, esposo y otros. Pero estamos aquí porque uno de los mejores trajes que le ha quedado ha sido ser profesor de la Universidad de Chile, lo que honramos y agradecemos hoy", añadió.
Compartir la belleza
Durante su intervención, el profesor Castillo Didier recordó con gratitud su formación en la Universidad de Chile, marcada por la influencia de grandes maestros y por el descubrimiento de la poesía, la música y la traducción. “Traducir es una forma de pagar la deuda por haber tenido acceso a tanta belleza”, señaló, subrayando que la traducción le permitió compartir con nuevas generaciones la riqueza de la tradición grecolatina y de las literaturas universales.
El profesor también repasó su experiencia de exilio en Venezuela tras el golpe de Estado de 1973, donde continuó su labor investigativa en torno a la música, los instrumentos tradicionales y la figura de Francisco de Miranda, a quien vinculó con la tradición humanista latinoamericana junto a Andrés Bello. “La música y los libros me ayudaron a sobrevivir y luego a educar a mis hijos”, recordó.
En su discurso, Miguel Castillo Didier agradeció a colegas, estudiantes y a su familia por el apoyo recibido a lo largo de su vida académica. Hacia el final, expresó: “Si existiera una segunda vida, la entregaría a mi querida Universidad de Chile”.
El homenaje cerró con la lectura de un poema de su autoría dedicado a Andrés Bello, fundador y primer rector de la Universidad de Chile, en el que evocó la figura del humanista venezolano y su legado cultural para América Latina.
Con este reconocimiento, la Universidad de Chile reafirma su vínculo con uno de los intelectuales más influyentes de su historia reciente, cuya obra ha marcado a generaciones de estudiantes, académicas y académicos en Chile y el extranjero.