En el marco del centenario del natalicio de la histórica luchadora y defensora de los derechos humanos, Ana González de Recabarren, este año diversas organizaciones de la sociedad civil se agruparon para celebrar esta importante fecha que recuerda el legado y aporte al país de la luchadora social.
Bajo esta alianza, es que la Universidad de Chile, a través de su Cátedra de Derechos Humanos de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones, fue invitada a unirse a este importante hito nacional que el próximo 2 de septiembre celebrará el acto homenaje “Convertí mis lágrimas en lucha” en el Teatro Nacional Chileno. En la instancia, Victoria Díaz Caro será premiada por su reconocida trayectoria por la defensa de los derechos humanos.
La historia de Victoria está marcada por la detención, desaparición y ejecución de su padre en dictadura, el ex dirigente del Partido Comunista, Víctor Díaz López. Tras años de lucha por conocer la verdad en torno al crimen, Victoria y su familia han luchado en distintos frentes de la sociedad civil, en espacios como la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, de la cual han sido miembros activos.
A los 9 años, ingresó a estudiar a la Escuela Experimental de Educación Artística. El año 1965 terminó sus estudios secundarios e ingresó a la Universidad Técnica del Estado a la carrera de Artes Plásticas y Diseño Industrial, en la que permaneció solo hasta mediados de 1967. Posterior a ello, viajó a la Unión Soviética en donde estudió Literatura y Lengua Rusa. Ya en Chile, trabajó como profesora en el Departamento de Lenguas Eslavas en el Pedagógico de la Universidad de Chile.
Es así que el 12 de mayo de 1976, Victoria y su familia toman conocimiento de la detención de su padre en manos de agentes de la DINA. Desde esa fecha, la historia es gris y oscura. Meses de tortura en la calle Simón Bolívar y su posterior asesinato son parte de los motivos que inspiran la lucha de la familia Díaz Caro, en búsqueda de verdad y justicia por los crímenes de lesa humanidad sufridos por su padre y miles de chilenos y chilenas en la época.
La verdad tardó 31 años en llegar y la saña de la que fue víctima Víctor Díaz, son detalles deleznables y escabrosos de relatar. A pesar del dolor que significó para la familia saber de estos sucesos, el ímpetu por buscar a los responsables de ese asesinato y miles más de los que no se conocen, es lo que motiva la lucha de miles de familiares que hasta hoy, exigen justicia.
—¿Qué significa para usted recibir este reconocimiento?
En primer lugar, agradezco esta posibilidad; era algo totalmente impensado para mí. Lo agradezco mucho, como yo creo que lo agradecería cualquiera de mis compañeras de la Agrupación de Familiares Detenidos Desaparecidos. Cada una de ellas jugó un papel más bien en silencio. Nuestra lucha fue ardua, pero con mucho compromiso.
—¿Qué significan las arpilleras en su vida como símbolo de memoria en derechos humanos?
Las arpilleras, para mí, tienen el siguiente sentido: allí fue quedando reflejada la lucha de la agrupación. Fueron reflejados los dolores y las angustias compartidas. Con mis compañeras del taller de arpilleras compartimos esa lucha.
Recuerdo a una querida compañera, Doris Meniconi. Ella tuvo 12 hijos y, la mayoría por razones políticas, tuvo que salir del país, y uno de ellos desapareció. A mí me llegó profundamente su historia cuando un día me mostró una arpillera en donde todos sus hijos estaban partiendo en un avión, se veía también su familia y su casa; ella hizo simbólicamente la casa partida por la mitad con rayos destruyendo el hogar.
Eso es lo que fue quedando en las arpilleras. Yo admiro y agradezco mucho que hoy las nuevas generaciones valoren lo que se hizo. Las arpilleras ayudaron y siguen ayudando a que esto no se olvide. Para mí, haber estado con mis compañeras, haber formado parte de ese grupo ha sido hermoso.
—¿Cómo llega la Cueca sola a su vida en la lucha por los derechos humanos?
Gala Torres es la creadora de la cueca sola. Recuerdo un día que llegó la querida compañera al salón de la Vicaría de la Solidaridad y nos da a conocer esto: la cueca sola.
Tengo recuerdos hermosos asociados a mis compañeras, de lo que significó la cueca sola para nosotras: la mujer, la madre, la esposa y la compañera que quedó sola. Gala lo hizo tan bien en cómo grafica la historia en este canto.
— En diversas ocasiones manifiestas que se debería priorizar la enseñanza en derechos humanos
Creo que es fundamental enseñar en las escuelas sobre lo que son los derechos humanos, especialmente a niños y jóvenes. Creo que debería ser una obligación que cada profesor ofreciera esta enseñanza, porque es doloroso lo que se vive cuando hemos visto que no se respetan los derechos humanos.
Por eso, yo destaco la importancia de conocer sobre la historia y de enfatizar en que estos hechos tan atroces no vuelvan a repetirse. Ese es el deseo mayor de uno. Yo a veces pienso en los niños ¿quién les va a enseñar sobre derechos humanos si van a la escuela y ahí no lo hacen?
—En una ocasión señaló: “Creo que el mejor homenaje que puedo rendirle a mi padre es este: su hija sigue amando la vida tanto como él amó"
Nuestro padre fue un hombre que nos quiso siempre. Yo me maravillo cada día al estar despierta, al tener que asumir situaciones difíciles, pero yo creo que esta fuerza nos la entregó él y me la entregó mi madre.
Agradezco el estar viva, estar con mi hermanita, cuidarla, cuidarnos. Agradezco tener a mi hermano, que está fuera, pero que de igual manera nos comunicamos casi todos los días. Hemos pasado por situaciones duras.
Como familia, después de 31 años, vinimos a saber lo que había pasado con mi padre y a raíz de eso hemos tenido dolores inmensos, pero la fuerza nos la ha dado el hecho de haber estado juntos. Hoy en día ya tengo varios años, pero yo recuerdo a mi padre todos los días. Y a veces me da pena, sobre todo pensando en él, en cómo fueron esos días para él. Eso sí que es fuerte y eso duele hasta hoy. Esta lucha es por justicia, no es por revancha ni venganza.
—¿Algún mensaje final o reflexión final que quiera entregar?
Mi reflexión es una invitación a seguir luchando por un mundo mejor, para que no haya asesinados, que no haya muerte por pensar diferente, que haya tolerancia, respeto por el otro, una vida mejor, una sociedad más justa, que eso es lo que en definitiva necesitamos.
Una sociedad donde no haya gente que muera en las calles de hambre, de frío, que la droga no siga cometiendo tantos estragos. Que la educación llegue para todos, la salud, las pensiones, que haya una vejez más digna, un mundo mejor. Que no haya nunca más detenidos desaparecidos.