El 23 de junio de 1922, Gabriela Mistral zarpó desde el puerto de Valparaíso a bordo del vapor Orcoma rumbo a México, invitada por el Secretario de Educación Pública de ese país, José Vasconcelos para colaborar en la reforma educativa y la creación de bibliotecas públicas. Dentro de esta travesía, su primera escala fue en la ciudad de Antofagasta, lugar al que regresaba once años después de haber ejercido como profesora.
En esta breve pero significativa estadía, Mistral visitó numerosos espacios de la zona. Sin embargo, uno de los que más llamó su atención fue la Maternidad del Hospital El Salvador y el Curso Universitario de Matronas, creado en 1913 y respaldado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile desde 1918.
En aquella oportunidad, conoció en detalle las instalaciones, el funcionamiento del curso y se mostró muy complacida con la labor realizada. Tanto así, que momentos antes de retirarse, escribió en el libro de visitantes del establecimiento fundado por el Dr. Larraín Mancheño. Más tarde, su mensaje sería reproducido por El Mercurio el 27 de junio de 1922.
“Lo más alto en esta vida es la madre y el niño: ciencia y arte deben ir hacia ellos por sobre todo. Yo saludo en esta escuela a la raza futura, más vigorosa, concebida y nacida en menos dolor y más espiritual, porque verá más belleza”.
En la actualidad, este hito y su mensaje no pasan desapercibidos. María José Cornejo, profesora asistente del Departamento de Promoción de la Salud de la Mujer y el Recién Nacido, señaló que este episodio es relevante porque, dada la influencia de Mistral, otorgó legitimidad social a la profesionalización de la matronería y anticipó debates que siguen vigentes, como la necesidad de una atención humanizada.
“Al proyectar la apertura de la escuela de matronas en Antofagasta como un hito no solo local, sino nacional, Mistral respalda tanto el fortalecimiento de la salud pública como el desarrollo de la educación profesional sanitaria en territorios alejados de la capital. Igualmente, concede a las matronas un papel transformador al otorgarles la labor de ser agentes capaces de forjar una ‘raza futura, más vigorosa, concebida y nacida en menos dolor y más espiritual”, afirmó Cornejo.
La relevancia de aquel gesto se extendió décadas después, en 1956, cuando la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Chile le envió una carta de gratitud. En esa correspondencia, se valoraba el apoyo de Mistral a la formación de matronas y se reconocía el honor de contar con su respaldo a la disciplina.
El mensaje fue enviado por Olga Julio Zamorano, quien en 1968 asumiría como la primera directora matrona de la Escuela de Obstetricia y Puericultura. En la carta, además, le solicitaba a Gabriela Mistral que escribiera la letra del Himno de la Escuela, para presentarlo en el Día de la Matrona celebrado cada 31 de agosto.
Para Jovita Ortiz, directora del Departamento de Promoción de la Salud de la Mujer y el Recién Nacido de la U. de Chile, pedirle a Gabriela Mistral que escribiera un himno para la Escuela de Obstetricia fue un acto de enorme relevancia, no solo por lo artístico, sino por todo lo que simbolizaba en ese momento histórico. Una petición enmarcada en un contexto en que la matronería estaba en pleno proceso de consolidación como profesión universitaria dentro de la Universidad de Chile.
“Pensemos que Mistral ya era una figura internacionalmente reconocida, una voz respetada dentro y fuera de Chile, y darle a ella la potestad de poner en palabras la misión y la identidad de la Escuela significaba otorgarle a la matronería un lugar en la cultura nacional. No era solamente encargar un himno, era decirle al país que esta profesión merecía ser reconocida en el mismo plano que la educación, la literatura y la construcción social”, agregó Ortiz.
La historia también visibiliza la figura de Olga Julio, académica de la Escuela de Obstetricia, quien fue clave en el fortalecimiento de la docencia y en la proyección institucional de la profesión. Para Ortiz, este hecho “refuerza la idea de que la memoria de una institución no puede desligarse de sus personas, de quienes sostuvieron con su trabajo cotidiano la formación de profesionales y el desarrollo de la profesión. Este tipo de hallazgos nos recuerda que la Escuela de Obstetricia no solo formó matronas, sino que fue también un espacio de encuentro entre saberes, generaciones y proyectos de país”.
Gabriela Mistral en vínculo con la maternidad y la matronería
En el marco del Día de la Matrona y el Matrón, el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile quiso destacar estos históricos documentos, que permiten comprender cómo la figura de Mistral contribuyó a legitimar socialmente la profesionalización de la matronería, al situar su labor en un lugar central para la salud pública.
Asimismo, el núcleo patrimonial de la Universidad de Chile resguarda diversos materiales que hablan del vínculo de la Premio Nobel con la maternidad. Entre estos acervos se encuentra Poemas de las madres, edición publicada en 1950 con ilustraciones de André Racz, obra que el mismo artista donaría a la Universidad de Chile en agosto de 1957
El libro reúne poemas de Mistral sobre la figura de la madre, acompañados de dibujos del artista plástico, y fue el resultado de una correspondencia y posterior encuentro entre ambos. Actualmente forma parte de la Colección Domingo Edwards del Archivo Central Andrés Bello.
Camila Rojas, encargada de Extensión y Vinculación con el Medio del Departamento de Promoción de la Salud de la Mujer y el Recién Nacido, señaló la importancia del resguardo y puesta en valor de estos documentos. “La conservación de este material en el Archivo Central Andrés Bello es fundamental porque resguarda la memoria histórica y cultural de Chile, especialmente en el año en que se conmemoran los 80 años del Nobel de Gabriela Mistral. Mantener vivo este legado no solo permite valorar su obra, sino también proyectar identidad hacia las nuevas generaciones. Para nosotras, como matronas, es especialmente importante relevar que nuestro quehacer forma parte del patrimonio de la humanidad, y este vínculo con el Archivo asegura que dicho patrimonio sea protegido, difundido y reconocido en su justa dimensión”.