En el marco del Día de la Educación Parvularia

El legado de Leopoldina Maluschka: principal impulsora de la educación parvularia en Chile

El legado de Leopoldina Maluschka en la educación parvularia
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El Archivo Central Andrés Bello de la U. de Chile pone en valor la vida y obra de Leopoldina Maluschka, educadora de origen austríaco que cambió de manera decisiva la formación docente y la educación de la infancia en Chile. Imagen del Museo de la Educación Gabriela Mistral.
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Leopoldina Maluschka fue invitada por el educador chileno José Abelardo Núñez en representación del Gobierno para aportar en la construcción de este primer Kindergarten sustentado bajo los principios de Fröebel. Imagen del Museo de la Educación Gabriela Mistral.
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Leopoldina comprendía que la educación parvularia requería un enfoque más personalizado y contextualizado. “Para ella el kínder chileno debía ser original, coherente con la cultura del país y con las necesidades reales de sus niños y niñas”, enfatizó Puentes. Imagen del Museo de la Educación Gabriela Mistral.
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“Fue una defensora incansable del derecho de la infancia a una educación integral. Nunca entendió el jardín infantil como un espacio asistencial, sino como un derecho educativo fundamental”, puntualizó Puentes.

Cada 22 de noviembre se celebra el Día de la Educación Parvularia y del Educador y Educadora de Párvulo, fecha que conmemora la creación de la primera escuela de educación preescolar de la Universidad de Chile. Para recordar este día, el Archivo Central Andrés Bello, releva el legado y trayectoria de Leopoldina Maluschka.

Nacida en Austria en 1862, Leopoldina se formó en prestigiosas instituciones educativas europeas, donde obtuvo su título de profesora de Kínder en la Real e Imperial Escuela Normal de Graz y años más tarde se perfeccionó en el Conservatorio de Viena como profesora de Canto, Teoría, Armonía e Historia de la Música. Su llegada a Chile en 1899 se produjo en un momento marcado de tensiones sociales y reformas, cuando el país debatía la modernización del sistema educativo que se encontraba caracterizado por altos índices de ausentismo. 

La educación primaria estaba centrada en promover la alfabetización de la población, mientras que la educación secundaria seguía siendo un privilegio reservado para la élite. En estos años surgieron instituciones clave como las Escuelas Normales para la formación de maestros de la mano de la propia Universidad de Chile, que desempeñaron un papel fundamental en la profesionalización de la labor docente.

Para Daniela Puentes, investigadora del Departamento de Educación, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Leopoldina llegó al país en un contexto educativo en que existía una amplia discusión sobre la necesidad de modernizar la educación pública. “Considero que existía una incipiente, pero desorganizada, preocupación por la infancia más vulnerable, traducida en esfuerzos e iniciativas aisladas, con fines caritativos y asistenciales, lejos de ser pedagógicos. Leopoldina Maluschka llega con una vasta formación europea, preparada en diferentes áreas del saber, pedagogía, música, visión de infancia, política, feminismo, incluyendo su visión profesional y científica en primera infancia”.

En este contexto, nuestro país comenzó a impulsar la formación especializada en educación infantil, creando cursos anexos en las Escuelas Normales para preparar docentes capaces de trabajar con niños menores de seis años. Durante este periodo, el Estado de Chile envió a profesores al extranjero para perfeccionarse e incorporó a educadores provenientes de distintos países, con el fin de actualizar y mejorar las prácticas pedagógicas. Muchas de estas iniciativas se inspiraron directamente en la experiencia y avances desarrollados en Alemania por Friedrich Fröebel, cuyas propuestas marcaron un cambio fundamental en la educación parvularia en Chile.

En medio de las discusiones, finalmente el Ministerio de Instrucción Pública, promulgó en 1905 un decreto que estableció la creación de un Curso Normal de Kindergarten anexo a la Escuela Normal de Preceptoras N.º 1. Fue así que Leopoldina Maluschka fue invitada por el educador chileno José Abelardo Núñez en representación del Gobierno para aportar en la construcción de este primer Kindergarten sustentado bajo los principios de Fröebel.

El éxito fue tan grande que, en pocos años, ya se habían creado más de 50 jardines fiscales y 44 particulares subvencionados, alcanzando a casi 1.500 niños y niñas entre 1906 y 1914. Sin embargo, las aspiraciones de Leopoldina Maluschka no se detuvieron allí. Según sus propias palabras, la educadora buscaba que “los Kindergarten de Chile puedan compararse con los mejores del extranjero y que no sean una imitación mecánica de cualquier sistema de educación, sino un medio original y nacional propio para la primera educación e instrucción de los hijos del país”.

Leopoldina comprendía que la educación parvularia requería un enfoque más personalizado y contextualizado. “Para ella el kínder chileno debía ser original, coherente con la cultura del país y con las necesidades reales de sus niños y niñas”, enfatizó Puentes. Pronto comenzaron a realizarse adecuaciones que permitieron desarrollar un programa nacional, pensado para responder a la realidad del país. En 1910, fue cuando Maluschka dio un paso decisivo al crear el Kínder Popular, dirigido a las infancias del mundo obrero, donde en sus primeros años llegó a formar a 237 párvulos.

A pesar de este gran éxito, el convulsionado clima político y social, marcado por las desigualdades, protestas obreras y luego la crisis que provocó la Primera Guerra Mundial, afectó gravemente la continuidad de este proyecto. El rechazo social a lo germánico provocó el cierre del Curso Normal y de los Kindergarten fiscales y populares. Sin embargo, Maluschka perseveró. “Fue una defensora incansable del derecho de la infancia a una educación integral. Nunca entendió el jardín infantil como un espacio asistencial, sino como un derecho educativo fundamental”, puntualizó Puentes.

Tras el término del conflicto bélico internacional, la educadora insistió ante el Estado en la urgencia de restituir la educación temprana. En 1928, Chile le otorgó la nacionalidad en reconocimiento a sus aportes. Durante las décadas siguientes continuó participando activamente en la vida educativa del país, difundiendo su pensamiento pedagógico en congresos científicos, tales como el IV Congreso Científico Nacional de 1908, publicando textos y fortaleciendo la organización gremial. Fue parte de la Asociación de Kindergarten Nacional y de la Cruz Roja de Maestras de Jardín Infantil, desde donde contribuyó a instalar la importancia del rol profesional de las educadoras de párvulos en el resguardo de los derechos de las infancias.

Su legado también se expresó en la creación de nuevos espacios formativos. En 1943 fundó el Kindergarten de la Escuela de Aplicación anexa a la Escuela Normal de Santiago y en 1948 fue nombrada presidenta honoraria del Centro de Estudios Federico Fröebel de la Universidad de Chile. Leopoldina Maluschka falleció el 8 de marzo de 1954, a los 91 años, dejando una huella profunda en la historia educativa del país. 

Para Daniela Puentes, su legado continúa siendo crucial. “La figura de Leopoldina Maluschka inspira a los y las educadoras de hoy en día a través de su defensa apasionada por la educación de la primera infancia, releva la pedagogía social y permanece su trabajo por exigir pleno reconocimiento como un nivel clave para el desarrollo de las sociedades. Además, su trayectoria formativa y profesional nos recuerda a los y las docentes la necesidad de reconocer a la pedagogía como una disciplina, con valor científico y una formación continua de alto nivel. Su liderazgo en la creación del Kindergarten Popular demuestra que la educación parvularia debe ser una herramienta de inclusión y justicia social, que garantice el derecho a la educación para niños y niñas de todo el territorio nacional”.