Para el egresado del Magíster en Nutrición y Alimentos, mención Nutrición Humana, del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, Israel Ríos Castillo, su cargo de oficial de Nutrición en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) representa la confluencia entre una sólida formación académica y una amplia experiencia en terreno.
Su trabajo abarca toda la región y enfrenta desafíos globales. “Uno de los principales es, sin duda, el cambio climático, que tiene efectos directos sobre la seguridad alimentaria y los medios de vida, especialmente de los pequeños productores”, explica. A esto se suman los problemas endémicos de América Latina: el aumento de la obesidad y las enfermedades no transmisibles, la falta de acceso a dietas saludables y los persistentes bolsones de desnutrición infantil, sobre todo en pueblos indígenas.
Frente a este panorama, su labor se despliega en tres niveles. “Primero, el político, mediante un constante diálogo con tomadores de decisiones para fortalecer el derecho a la alimentación y la seguridad alimentaria, así como con los Frentes Parlamentarios contra el Hambre de América Latina y el Caribe (FPH). Luego, el sectorial, trabajando con directivos y encargados de programas sociales en los ministerios de agricultura, educación, salud y desarrollo social. Finalmente, a nivel de los territorios, desarrollamos modelos adaptados a las condiciones locales”.
Uno de los pilares de su gestión es la alimentación escolar, una herramienta que considera transformadora. “No se trata solo de entregar alimentos o calorías en las escuelas, sino de usar la alimentación escolar con múltiples propósitos: fomentar hábitos saludables, incorporar educación nutricional, desarrollar huertos escolares pedagógicos y vincular los programas de alimentación con la agricultura familiar”. En este ámbito, destaca el apoyo a la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) en la revisión de la normativa y la elaboración de un anteproyecto de ley de alimentación escolar.
Mirando hacia el futuro y la Agenda 2030, Israel se muestra realista pero optimista. “Nuestro norte es lograr que más personas tengan acceso a dietas saludables”, afirma. Sin embargo, reconoce un obstáculo clave: “Nuestra región tiene el mayor costo de una dieta saludable. Esto contrasta con las elevadas tasas de obesidad y enfermedades no transmisibles. Comer sano parece ser muy caro, y eso lleva a muchas personas a optar por alimentos más económicos pero menos saludables”. Por ello, enfatiza la necesidad de proteger las políticas públicas frente a la interferencia de la industria de productos ultraprocesados.
De Panamá a Mozambique
El camino de Ríos hacia la FAO comenzó mucho antes de su llegada a Chile. Como nutricionista egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá, ya en 2008 trabajaba como consultor en nutrición para el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU. Fue en ese rol donde, mediante un acuerdo entre el PMA y el INTA, conoció al instituto que marcaría su trayectoria, colaborando en el desarrollo de un curso virtual sobre combate a la desnutrición infantil.
El deseo de profundizar sus conocimientos lo llevó a dar un paso más: ingresar al INTA para cursar un posgrado. “Dentro de la organización, para crecer profesionalmente, necesitabas un posgrado en tu área técnica. Ahí fue cuando decidí postular al INTA”. Tras culminar su magíster y gracias a la especialización adquirida, dio un salto internacional en 2013: “Apliqué a un puesto en África y me fui a Mozambique para un proyecto de prevención de la desnutrición crónica infantil”.
Esta experiencia en el continente africano amplió su perspectiva y consolidó su perfil para el cargo que ocupa hoy. A su regreso, en 2014, las puertas de la FAO se abrieron definitivamente.
Estudio con propósito
La decisión de estudiar en la U. de Chile no fue casual. La semilla se plantó años atrás, durante su pregrado en Panamá. “Uno de mis profesores, el Dr. Francisco Lagrutta, había estudiado en el INTA. Trabajó con el profesor Carlos Castillo y nos hablaba sobre el instituto. Eso me generó curiosidad. También tenía colegas que ya estaban en el programa y compartían con emoción sus experiencias”, recuerda.
Tiempo después, durante un congreso de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición (SLAN) en 2009 en Chile, tomó la decisión. “Llamé a mi esposa desde un teléfono público y le pregunté si aceptaba que nos viniéramos a Chile a hacer el magíster, porque ella también es nutricionista. Me dijo que sí de inmediato. En enero de 2010 me informan que había sido seleccionado para una beca de la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AGCID)”, cuenta. La noticia lo encontró en una misión humanitaria en Haití tras el terremoto que afectó la isla.
Llegar al país con su esposa y tres hijos pequeños justo después del terremoto del 27F fue, en sus palabras, un gran desafío, tanto en lo familiar como en la adaptación académica. “Volvíamos al pregrado tal cual, con una carga y demanda de estudio muy alta. Los primeros exámenes fueron complicados. Nos sentimos muy mal”, relata. Sin embargo, él y su esposa se reorganizaron: “Estudiamos muchísimo, hicimos todos los cursos necesarios y logramos salir adelante”.
Más allá de la exigencia académica, lo que Israel más valora del INTA es el entorno humano. Recuerda con afecto a docentes como Jasna Orellana, Bárbara Leyton y Gerardo Weisstaub, pero destaca especialmente al profesor Fernando Pizarro. “Era extraordinario”, afirma. En un momento de incertidumbre sobre su tema de investigación, fue Fernando quien lo orientó: “Me dijo que me fuera a trabajar con él, que tenía un proyecto. Enseguida me subí a ese tren”.
Con él no solo desarrolló su tesis, sino que publicó artículos científicos y encontró un apoyo que trascendió lo académico. “Fernando Pizarro fue muy especial para mí y para mi familia. Siempre había un espacio para compartir. Lo considero no solo mi director de tesis, sino también mi mentor”. Aquella guía incluía conversaciones sobre su futuro: “Me decía: ‘Viniste con un propósito, y el tuyo es perfeccionarte para seguir en la cooperación internacional en alimentación y nutrición’”.
Al reflexionar sobre su paso por la U. de Chile, Israel no duda: “Nunca tuve otra opción. El INTA tiene una trayectoria histórica en la nutrición latinoamericana, como ejemplo de país que avanzó en la erradicación del hambre y la malnutrición”. Una decisión que, a la luz de su carrera, fue la más acertada.