Hace un par de semanas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habló de dosificar las vacunas a los niños y niñas en cuatro o cinco etapas, para no hacerlo en una sola dosis siendo bebés, al anunciar medidas para reducir la incidencia del autismo, pese a que no existe evidencia científica de la correlación entre la inmunización y esta condición. Y, no es primera vez que se va contra la ciencia. Hace solo días sugirió que el uso durante el embarazo de medicamentos a base de paracetamol aumentaría el riesgo de autismo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) rápidamente descartó el vínculo entre las vacunas y el autismo, ante la mirada atenta de científicos e investigadores en el área de la salud.
“Cualquier declaración sobre personas en las que este puesta la atención como, por ejemplo, el presidente Donald Trump, es importante porque lo que ellos digan tienen impacto en las personas”, dice la viróloga del Instituto de Ciencias Biomédicas y académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, Vivian Luchsinger.
Y, añade que “es muy grave que alguien con ese nivel de poder, con ese nivel de visibilidad emita informaciones falsas. Él dice lo que se le ocurre sin evidencia científica”.
En la misma línea, Fernando Valiente, investigador de Microbiología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la U. de Chile, quien señala que las declaraciones de figuras públicas y políticas, especialmente si son contrarias al consenso científico, “son extremadamente dañinas dado que otorgan una plataforma de credibilidad a argumentos sin base científica (como dosificar las vacunas o el falso vínculo con el autismo o el paracetamol), lo que dificulta el trabajo de los expertos y sanitarios para contrarrestarlos”.
Además, apunta el académico UCHILE a que “debilitan la confianza en los calendarios de vacunación establecidos y probados, los cuales están diseñados para proteger a los niños en el momento óptimo en función del riesgo de exposición y la madurez de su sistema inmune”.
¿Por qué son importantes las vacunas?
Tomemos un caso muy reciente. Hace solo un par de días, el Ministerio de Salud, confirmó que el adelantamiento de la vacunación contra la influenza marcó un punto de inflexión en la estrategia preventiva contra el Virus Respiratorio Sincicial lo que permitió que ningún menor de un año falleciera por esta enfermedad este año. Además, el programa de inmunización contra el VRS con anticuerpo monoclonal alcanzó una cobertura histórica del 96,1%, con 134 mil 473 dosis administradas.
Los recién nacidos desde marzo de 2025 presentaron una cobertura del 98,8%, mientras que los lactantes inmunizados desde octubre de 2024 alcanzaron el 92,7%. Este logro se tradujo en una reducción del 62% en las hospitalizaciones por VRS comparado con 2023 y una disminución del 45% en la habilitación de camas críticas pediátricas respecto al mismo año.
“Las vacunas son una forma de entrenar a nuestro sistema inmunológico para que cuando se enfrenten a una infección, ya sea bacteriana o viral en la vida real, entre comillas, nuestro sistema inmunológico ya conozca a ese agente patógeno y tenga una respuesta que sea mucho más rápida y así protegernos”, dice la infectóloga y académica de la Facultad de Medicina de la UCHILE, Claudia Cortés.
Y, suma que “la población chilena en general tiene un comportamiento con las vacunas bastante bueno. Tenemos un histórico de vacunación muy alto y tenemos parámetros de vacunación muy buenos en Chile. Siempre se puede mejorar por supuesto y hay vacunas pediátricas infantiles que tienen muy buenas tasas de colocación”.
Cifras que refuerzan su importancia
La investigación del Centro de Modelamiento Matemático y el doctor Mauricio Canals, de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile (mayo 2024), arrojó que fruto a la masiva vacunación en nuestro país contra el Covid-19 se logró prevenir 75.968 muertes, se evitó más de un millón de casos y 85.830 ingresos a la UCI
O, si hablamos de la Campaña de Vacunación contra la Influenza (2025) el 100% de los trabajadores de la Salud tanto públicos (100,36%) como privados (103,77%) han recibido la inmunización. En el caso de las embarazadas, un 77,28% lo ha hecho, personas con patologías crónicas de entre 11 y 59 años, han acudido a los diferentes centros de atención a recibir sus dosis (95,27%).
El investigador Fernando Valiente refuerza estas cifras señalando que “Chile históricamente ha mantenido un liderazgo regional en sus programas de inmunización y altas coberturas, a menudo adelantando campañas y destacando por su gestión eficaz de la salud pública. Chile suele adoptar estrategias proactivas (como adelantar campañas de influenza y COVID-19 para invierno) y está constantemente luchando contra la desinformación, reafirmando la seguridad y eficacia de las vacunas en foros nacionales e internacionales”.
“El país enfatiza la importancia de la cobertura adecuada para proteger a los más vulnerables, incluidos los recién nacidos con la incorporación de nuevas inmunizaciones”, dice, haciendo referencia a que por segundo año consecutivo en nuestro país no se registraron fallecimientos por este virus en menores de un año.
Por su parte, la viróloga Vivian Luchsinger, quien además integra el Comité Asesor en Vacunas e Inmunización (CAVEI) apunta a que vacunarse es un acto que no solo implica cuidarse solo, sino que existe el llamado “efecto rebaño”.
“Si tienes un alto número de población vacunada, como no habrá circulación en esas personas del virus, una persona que no se vacuna va a estar protegida porque va a ser difícil que se exponga al agente porque no habrá personas que se infecten alrededor. De esta forma el agente infeccioso no tendrá a quien infectar”, sostiene.
Y, apoya la idea el profesor Valiente: “La vacunación es un acto de responsabilidad social. Al vacunarnos, no solo nos protegemos a nosotros mismos y a nuestros hijos, sino que también protegemos a los más vulnerables en nuestra comunidad (los que no pueden ser vacunados). La ciencia está clara: las vacunas salvan vidas”.
Asimismo, añade que afortunadamente en nuestro país existe una buena cultura respecto a las vacunas y las coberturas en general son altas. Sin embargo, advierte que “hay puntos que preocupan, por ejemplo, la vacuna contra el Covid-19, la cobertura está bajísima, no llega ni al 20% de la población y llamó la atención que en la campaña contra la influenza la gente sí recibía ésta vacuna, pero se negaba a recibir la que es contra el SARS-COV-2. Y, eso preocupa porque quedó instalado que era una vacuna experimental, cosa que nunca fue porque fue probada como cualquier vacuna y no se ha podido quitar ese estigma”, dice.
Efectivamente, si revisamos las cifras del Departamento de Estadísticas e Información de Salud del Minsal (DEIS) solo un 19,90% de la población objetivo (6.566.015 personas) se han inmunizado durante 2025. Lo que viene a reforzar la importancia de confiar en la información que entregan organismos científicos y encargados de salud y no quedarse con datos que se entregan por redes sociales, sin fuentes confiables.
“La información sobre situaciones sanitarias deberían darlas siempre expertos en el tema. El presidente Trump no es un experto en salud, desgraciadamente el Secretario de Salud de EE.UU tampoco lo es y ellos tienen una tribuna que llegan a muchas personas y muchos de ellos y ellas no tienen una formación crítica, no tienen una formación científica y van a creer lo que este líder u otro líder de opinión pueda informar”, advierte la infectóloga Claudia Cortés.