El muralismo mexicano, con más de un siglo de experiencia, ha tenido una influencia central en América Latina y el resto del mundo. El caso chileno no es la excepción y sus primeras expresiones se materializaron a partir de la visita del muralista mexicano José Alfaro Siqueiros, tras el terremoto de Chillán del año 1939.
Desde entonces, las expresiones artísticas, visuales y muralistas se han expandido y han sido un punto de encuentro entre Chile y México. Por eso, este fue uno de los temas abordados en la VII Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (FILUNI), recién concluida el 31 de agosto, de la cual la UCHILE fue la invitada de honor.
Dos de las voces que abordaron esta materia son el artista y egresado de la UCHILE, Alejandro “Mono" González, y el académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo Rodrigo Vera. Ambos tuvieron una nutrida agenda en FILUNI, comenzando por el primero, que realizó un taller de mural a un grupo de estudiantes e investigadores de la UNAM. Junto a ello, lanzó su corpus de libros en la feria. Por su parte, el profesor Vera también presentó una próxima novedad editorial. Se trata de “De México a Chile: presencia e influencia del muralismo mexicano”.
Esta participación, destacó Rodrigo Vera, “es una celebración de la relación permanente de amistad de los pueblos de América Latina y la juventud tiene que seguir abriendo esta relación”. A lo que agregó que “Chile es el país que más artistas mexicanos recibió como Xavier Guerrero, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros”.
El mural colectivo en Publicaciones UNAM
Alejandro “Mono” González” tuvo una participación protagónica como parte de la delegación chilena. Toda la feria estuvo visualmente vestida de una selección de su obra, alrededor de todos los pabellones.
Además, el artista desarrolló un trabajo de taller junto con estudiantes de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, espacio que permitió compartir sus experiencias y visión con respecto a la producción artística.
Como resultado del taller, el grupo de trabajo elaboró un mural colectivo en el frontis de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, para conmemorar los 70 años de su fundación. En el mural se buscó mostrar la estrecha relación de colaboración y solidaridad que hay entre México y Chile. Para “Mono” González, el poder elaborar este mural con estudiantes fue una experiencia muy enriquecedora.
“Estoy muy emocionado de poder estar acá y seguir aprendiendo de México, de sus estudiantes y su cultura. Nosotros somos abiertos, venimos de la escuela de generosidad y esa escuela de generosidad creo que además se contrapone a lo que nos heredó la dictadura, ese individualismo, ese egoísmo. Entonces en el fondo yo siempre hablo de nosotros porque el trabajo está hecho por el colectivo”, comentó el artista.
El imaginario visual compartido
Desde la década de los años 40 y hasta nuestros días, el muralismo mexicano vive en el imaginario social. Esto es parte de lo abordado por el académico Rodrigo Vera en su libro “De México a Chile: presencia e influencia del muralismo mexicano”, que relata la trayectoria de artistas, sus memorias y diálogos entre ambos países.
Fue a partir del terremoto de Chillán de 1939 y el terremoto de Valdivia de 1960 –el terremoto de mayor magnitud en la historia– que el muralismo chileno y la solidaridad de México con Chile tomó fuerza con el trabajo visual de autores del hemisferio norte en tierras chilenas.
Una de las obras que destaca su libro el académico Rodrigo Vera, es el mural “Muerte al Invasor” de David Alfaro Siqueiros. “El gran escritor intelectual Carlos Fuentes refiere al mural de Chillán como la capilla Sixtina de América Latina. El propio Carlos Fuentes reconoce el valor de esa obra de Siqueiros, en la escuela México, todo esto canalizado, donado por el pueblo mexicano como una de las principales obras de muralismo en América Latina”, detalla sobre la importancia artística de estas piezas.
En el lanzamiento, desarrollado el viernes 29, el académico también se refirió a la solidaridad que se desplegó desde los años 60 en adelante y que también influyó en el muralismo. “En la segunda parte del libro explico la ayuda que se conforma en 1960 con el plan chileno mexicano de cooperación fraternal, canalizado también por el entonces embajador mexicano en Chile, Gustavo Ortiz Hernán, junto con Sótero del Río, ministro del Interior chileno. Ejecutaron una serie de obras apoyadas todas por el gobierno mexicano, con fondos del gobierno mexicano, dejando un legado de infraestructura cultural que también nos toca muy directamente a nosotros como facultad”, detalló el académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo.
Esta presentación editorial contó con la participación de Cristian Gómez-Moya, académico responsable del Programa en Estudios Visuales y Mediales, Departamento de Diseño de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
“Esto significa pensar las ciudades no solamente desde un punto de vista historiográfico, sino también desde aquellos materiales de archivo, pero también desde aquellas preguntas que se pueden realizar acerca de las ciudades, como por ejemplo, ¿en qué medida el muralismo es un medio para la construcción social, para la construcción cultural, para la construcción política? ¿en qué medida el muralismo un objeto de estudio, no solo para el arte, sino que en este caso para la arquitectura, se transforma en un medio de construcción, y diríamos incluso más, en un medio de construcción de realidad o un medio de construcción de la ciudad”, comentó el académico Gómez-Moya.
Rodrigo Vera, cerró su presentación dando cuenta de la vigencia de los vínculos entre México y Chile, “la relación sigue perviviendo el día de hoy, pasan las generaciones, cambian las formas de pensar, cambian las formas de representación, pero esto sigue vigente. Cambia la dinámica de los pueblos, de la constitución diversa de esos pueblos, pero esta arquitectura, por medio de este arte, sigue estando vigente, y sigue construyendo Estado-nación, y sigue construyendo hermandad entre los estados chilenos y mexicanos. Hoy día que estamos reunidos acá, justamente es motivo de celebración para ello, para la reunión de estos dos pueblos”.
Los libros del “Mono”
Esa misma jornada, el muralista chileno, Alejandro “Mono” González, presentó su obra reunida en cuatro libros. Se trata de "Cartel 1973-2023", "Xilografía 1973-2023", y "27-F-F". El cuarto es el libro objeto Baldosa Sur-Eña, proyecto resultante de un trabajo conjunto con la fábrica de Baldosas Córdova.
En la presentación de esta retrospectiva participó el director del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de la Universidad de Chile, Daniel Cruz, junto con el director del Instituto de Historia y Patrimonio de la Universidad de Chile, Rodrigo Vera.
En sus obras se repasa la trayectoria de este importante artista visual chileno, célebre por sus murales con temática social. Proveniente de una familia de bajos recursos, González aprendió de los muralistas Fernando Marcos y Osvaldo Reyes, y fue uno de los miembros fundadores de la Brigada Ramona Parra, grupo de muralistas que utiliza los espacios públicos para comunicar con su arte mensajes con tintes políticos.
Rodrigo Vera, destacó la importante trayectoria de Alejandro “Mono” González y la expresión de más de 50 años de trabajo plasmada en estos libros. “Son una retrospectiva de parte de su trayectoria, que si bien ha ido teniendo diferentes búsquedas, tiene un elemento común que es el arte político del Mono González, su obra nunca ha abandonado la calle y ese compromiso se agradece”, señaló.
Daniel Cruz, agregó que en el Museo de Arte Contemporáneo y en el marco de los 50 años del Golpe de Estado, se montó una retrospectiva del trabajo de Alejandro “Mono” González, bajo el nombre “A Escala Humana”. Esta fue la primera vez que el artista, muralista y escenógrafo presentó su obra de forma individual en un museo.
El director del MAC, relevó el compromiso colectivo que tiene el trabajo del “Mono” González. “Desde el día uno, el arte del Mono González tiene una implicación colectiva y colaborativa. El artista, construye desde su contexto inmediato. Para crear en el territorio, con todas las complejidades y devenires que esto conlleva, de esta forma surge el encuentro de la práctica del arte contemporáneo que evidencia una travesía única, que fomenta la exploración situada con mecanismos que muchas veces provienen de otras disciplinas”, señaló el director del MAC.
Por su parte, Alejandro “Mono” González, dio cuenta del proceso creativo que hubo en cada una de sus publicaciones y la importancia de poder constatar en libros un arte que muchas veces tiene una presencia de corta duración en el espacio público. “Nosotros venimos de la calle, de vivir las situaciones políticas, siendo protagonistas con las brigadas en las calles. Estos libros tienen que ver con cómo dejar constancia de un arte que muchas veces es efímero”, señaló, agregando que “cada libro que he hecho tiene un sentido muy claro y vienen de un origen, pero todos están cruzados por la memoria. Venimos de los muros y también de lo impreso. Pero lo que nos dejó marcado son los centros de detención y tortura. Sigo trabajando con compañeros y compañeras presos”.
El mural cocreado por Alejandro “Mono” González y los asistentes al taller se concluyó durante este lunes 1 de septiembre, una vez concluida la FILUNI 2025.
Sobre Alejandro “Mono” González
Alejandro “Mono” González nació en Curicó, en 1947. Su padre fue obrero y su madre, campesina. Estudió en la Escuela Primaria N°1 de esa ciudad e ingresó en 1963 a la Escuela Experimental Artística en Santiago, de la que egresó en 1967; allí estudió junto a Fernando Marcos y Osvaldo Reyes y comenzó su aprendizaje del muralismo, influenciado por artistas como José Santos Chávez, Julio Escámez y José Venturelli. En 1972 se licencia de Diseño Teatral, en el Departamento de Teatro de la Universidad de Chile (sucesor del ITUCH).
En 1968 participa en un grupo de trabajo creando murales de propaganda, sin fines estéticos, durante la campaña del entonces candidato a la presidencia Salvador Allende. Al año siguiente, nace la Brigada Ramona Parra (BRP), con la cual seguirá trabajando durante los años siguientes y de la cual se distinguirá como un trazador de sus mensajes y rayados.
En 1971, el pintor chileno Roberto Matta se decide a realizar el mural “El primer gol del pueblo chileno” junto a los jóvenes de la BRP -que en ese entonces se aboca a pintar murales en espacios públicos para socializar el programa del gobierno de la Unidad Popular- y habitantes de la comuna de La Granja.
Tras el golpe civil y militar de Augusto Pinochet, el Partido Comunista -al que él pertenecía- fue disuelto y, como tantos otros militantes, González debió entrar en la clandestinidad para el desarrollo de su actividad política y el trabajo con la BRP. Para subsistir junto con su familia, trabajó como carpintero y, bajo un nombre falso, desempeñó labores de tramoyista, pintor y escenógrafo en el Teatro Municipal de Santiago.
Durante catorce años trabajó en la expresión artística escenográfica de obras como Don Quijote de la Mancha y Romeo y Julieta. Su estilo pictórico y de escenógrafo convergen en una sola propuesta iconográfica, caracterizada por el movimiento en las formas y el diálogo constante con el cuerpo, el gesto y el entorno, en especial respecto del empleo del color. Durante esos años, comenzó a conocer a las personas relacionadas con el mundo cinematográfico de Chile, lo que lo lleva a participar en la creación de escenografías para la campaña televisiva del No, durante el plebiscito de 1988, proceso que derrocó la dictadura de Augusto Pinochet.
Tuvo una destacada participación en la creación escenográfica de películas ícono del cine chileno tales como La frontera, de Ricardo Larraín; Machuca, de Andrés Wood; y La danza de la realidad, de Alejandro Jodorowsky, además de la serie de televisión Ecos del desierto, también de Wood, y en diversos comerciales televisivos.
Su gran mural Vida y trabajo (2008), adorna la estación de metro Parque Bustamante desde el 2014, seguido por el mural pintado por su hijo Sebastián y Matus en los exteriores de la Estación Bellas Artes del Metro, en 2017. Ésta y otras de sus obras, trascienden el soporte efímero de las intervenciones en la calle, en beneficio de amplios conglomerados de población que transita a diario por la ciudad.
Desde su infancia, “Mono” González no ha cesado en desarrollar sus talentos al servicio de los demás, siempre en colaboración con otros y con una actitud formativa que le ha ganado el cariñoso apelativo de “maestro” entre sus pares.