“Solo le cuesta concentrarse”, “es una enfermedad que se cura con el tiempo”, “es resultado de malos hábitos de estudio o crianza”, “simplemente no se esfuerza lo suficiente”. ¿Has escuchado estas frases cuando se habla de niños y niñas diagnosticados con TDAH, mal tildados como “molestosos”, “porfiados” o “poco inteligentes”?
El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición que implica reales desafíos en las funciones ejecutivas que alteran la calidad de vida de las personas. No es una excusa ni una exageración. Es una realidad que muchas personas viven a diario, en silencio y desinformadas. Por lo mismo, especialistas de la Universidad de Chile profundizan en distintas dimensiones de esta condición, derribando mitos y apostando por transformar el paradigma médico en torno a su abordaje.
“Este es un diagnóstico que está definido por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, que es un manual que cada cierto tiempo se va actualizando por la Asociación de Psiquiatría Americana de Estados Unidos. Y en su última versión del DSM-5 (que ya tiene cerca de 10 años), el TDAH se define como un patrón persistente en el tiempo de inatención, hiperactividad y/o impulsividad, que interfiere con el funcionamiento en distintos contextos. Desde la psicología, podemos decir el desarrollo de la personalidad y de la identidad. Ahora, tenemos que entender que, por más estudios que tengamos de las bases neurobiológicas, este “trastorno” no se puede reducir a las alteraciones de la biología”, comenta Pablo Reyes, profesor del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y coordinador del Magíster en Psicología Mención Psicología Clínica Infanto Juvenil de la misma unidad.
“Efectivamente, hay otras lecturas que pueden ser mucho más interesantes para entenderlo, en las que no solamente se ve al TDAH como un problema o un fenómeno individual. Es decir, que sea solo un problema de ese niño, esa niña o esa persona con el diagnóstico, sino también hay una experiencia de vivir estos síntomas que pueden ser más o menos problemática dependiendo del contexto en donde se generen. Lo que sí sucede es que empieza a ser un problema cuando esto afecta nuestra vida cotidiana, ya sea la escuela, el trabajo, nuestra vida doméstica, etcétera”, agrega Sue Jones, profesora de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile.
Si bien no se ha logrado aislar un factor único que cause el TDAH, ambos profesionales coinciden en que existen diversos síntomas que usualmente se asocian a esta condición. Por ejemplo, la inatención se suele evidenciar cuando se cometen errores por descuido, se olvidan etapas de un proceso o se interrumpe una actividad sin percatarse. También surge la dificultad para mantener la atención. Y la inquietud, por otra parte, generalmente se manifiesta como una dificultad para estar quieto o tranquilo, con una necesidad insistente de moverse.
“Ahora bien, hay un modelo que se plantea hoy día que intenta entender el TDAH no desde una lógica de un déficit o de una falla, sino desde un rasgo variable de la atención. Esto permite sostener la idea de que esta forma de atender es más bien propia de una variabilidad humana y no constituye necesariamente una falta, sino que todos tenemos un rasgo particular de cómo atendemos”, explica el profesor Reyes.
“Y ahí hay una cuestión generacional”, enfatiza. “Por ejemplo, si tú entrevistas a una persona que de niño fue diagnosticado con TDAH en los años 60, por ejemplo, probablemente se le habló de 'daño cerebral mínimo'. Y claro, esas personas no desarrollaron una identidad alrededor de ese diagnóstico. En cambio, ahora las enfermedades mentales son muy sensibles a nuestras creencias y concepciones culturales. Y una de las derivas que nace al alero del movimiento por las neurodivergencias es que, las personas hoy en día, principalmente jóvenes y adultos, se identifican con orgullo en torno al TDAH”.
¿Cómo se experimenta el TDAH en adultos, específicamente en mujeres?
Sobre esta última población, Sue Jones enfatiza ciertas consideraciones, puesto que se suelen visibilizar casos de TDAH asociados a niñeces en contextos escolares o domésticos, pero no se profundiza lo suficiente en casos de personas adultas, quienes experimentan complicaciones en su vida cotidiana y no encuentran respuestas o soluciones.
“En la vida adulta, lo que yo he visto con jóvenes es que las dificultades están principalmente asociadas a cómo organizar las distintas demandas que tiene la vida cotidiana. Por ejemplo, en mi trabajo tengo X tareas que suelen ser simultáneas. Entonces ¿cómo puedo organizar cuál es la más relevante o la más urgente? Y en virtud de eso, por ejemplo, decido planificar mi día laboral. Entonces, lo que yo escucho muy frecuentemente es que el TDAH en personas adultas les lleva a sentirse como poco capaces de poder planificar y organizar lo que deben hacer para responder a las demandas. Entonces eso también va generando sentimientos de baja autoestima”, indica la profesional de nuestro plantel.
Además, la profesora de la Escuela de Terapia Ocupacional U. de Chile agrega que, en distintas investigaciones, ha podido identificar un factor de género que influye en cómo las personas experimentan esta condición. Por ejemplo, Sue Jones señala que muchos diagnósticos se describen desde “lo masculino”, donde destaca la hiperactividad. Sin embargo, generalmente las mujeres carecen de dicha expresión, lo que ha hecho que síntomas vinculados a niñas pasen más inadvertidos.
“Por lo mismo es muy común escuchar trayectorias de mujeres que han recibido el diagnóstico más tardío”, señala la profesora Jones. “Y claro, indican que siempre había algo que les costaba, sentían que no podían rendir bien, pero cuando algo les interesaba podían entrar en un estado de 'hiperfoco y eran excepcionalmente habilidosas. Entonces, el problema era el manejo de esta incoherencia, porque se sentían con las capacidades para algunas cosas, pero para otras no. En adición, hay un estudio bien interesante que muestra cómo las mujeres tendemos a ser responsables de múltiples tareas, como ser madres, criar, sumado al trabajo. Y esto, en términos de atención, cuesta mucho, porque demanda mucha energía y se pueden ver más desafiadas respecto a experiencias masculinas”.
A esto, la profesora de nuestro plantel agrega que también ha visto que las mujeres con TDAH suelen inclinarse por trabajos que son super demandantes en términos cognitivos. “¿Por qué lo digo? Porque estudios sobre trayectorias laborales muestran que los hombres con TDAH suelen seguir trabajos con labores más flexibles o creativas, como artes, deportes, etc., y las mujeres tienden a optar por roles laborales que son mucho más demandantes en términos de organización y planificación”, especifica.
Un efecto de este proceso se evidencia en el “masking” o “enmascaramiento”, fenómeno donde se intenta enmascarar los rasgos del TDAH para parecer más “neurotípico”, imitando el comportamiento de quienes no lo padecen. El enmascaramiento puede ser un mecanismo que personas con TDAH aplican para integrarse socialmente, evitando la estigmatización. Pero esta tarea suele ser muy agotadora y frustrante. Por lo mismo, el llamado de ambos profesionales de la U. de Chile es a desarrollar estrategias caso a caso, ya que la variabilidad humana así lo exige.
No todo es TDAH: atender a la trayectoria de vida de las personas
Por su parte, Pablo Reyes, destaca la importancia de observar las trayectorias de vida de quiénes se evalúa, puesto que es difícil encontrar síntomas de un TDAH “puro” que esté aislado de otras causas.
“Entonces, para hacer una correcta evaluación, hay que asegurar una observación que tenga un tiempo razonable. Muchos profesionales en escuelas lamentablemente ocupan mucho el test de Connor, que es un test que a mi juicio da muchos falsos positivos. Y a la vez, muchas personas llegan con el test donde un neurólogo para pedir tratamiento farmacológico. Pero en el fondo se descuidan otros factores emocionales, de angustia, miedo de los niños, dificultades o crisis de la familia, entre otros”.
En este mismo proceso, es importante diferenciar a niños y niñas simplemente inquietas, respecto de aquellos y aquellas que tienen TDAH. “Por cierto, yo siempre pienso que el desarrollo de los niños no es lineal. Entonces, para cada niño hay caminos distintos y tiempos distintos. Eso es lo más difícil en nuestro rol de psicólogos: hacer entender a la escuela, o al mundo biomédico, que no todo es TDAH. En cambio, los niños que tienen el trastorno, efectivamente es un trastorno que permanece mucho en el tiempo y que se da en diversos contextos. En la escuela, en la interacción con los padres y los adultos, en la casa. Y de hecho, lo que nosotros constatamos es que generalmente se inicia la sospecha del diagnóstico cuando los niños son escolarizados o entran al jardín infantil. Entonces, la pregunta es, ¿qué pasa en este nuevo contexto que tiene nuevas exigencias para los niños? ¿Y por qué antes no se vio? Uno podría pensar que claro, quizás los niños eran muy pequeños, pero yo te diría que en la familia el síntoma no genera tanto malestar. En cambio, son los otros contextos en donde genera malestar”.
Guía de Buenas Escuchas para personas que viven o conviven con TDAH
El TDAH afecta a miles de niños, jóvenes y adultos en Chile, pero sigue rodeado de mitos que dificultan sus vidas. Ante este escenario, los especialistas de nuestro plantel llaman a cambiar la mirada, y entender que se trata de una variación natural del cerebro, no una enfermedad. También, señalan que los síntomas considerados “problemáticos” del TDAH no son únicamente individuales, más bien el problema se construye socialmente, afectando a niños y niñas, pero también a sus madres y padres, quienes se ven fuertemente demandados desde la escuela y desde los equipos de salud.
Desde esta perspectiva, tanto Pablo Reyes como Sue Jones invitan a favorecer la escucha del síntoma y de todos quienes están involucrados en la situación, siempre desde una mirada más compleja y relacional. Para más orientaciones sobre cómo enfrentar posibles problemáticas conductuales, escolares, sociales y/o emocionales vinculadas a este diagnóstico, invitamos a revisar la “Guía de Buenas Escuchas para personas que viven o conviven con TDAH”, proyecto encabezado por el Laboratorio LaPSoS de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, donde colaboraron ambos integrantes de nuestro plantel.
Si quieres saber más al respecto, te invitamos a revisar el capítulo 192 de Universidad de Chile Podcast. Ya disponible en Spotify, Tantaku, Apple Podcast y YouTube.