Columna de opinión

Las juventudes y su relación con la democracia. Algunos nudos críticos

Las juventudes y su relación con la democracia. Algunos nudos críticos

La semana pasada se desarrolló la conferencia Democracia Siempre, convocada por el Gobierno de Chile y a la que asistieron, entre otros, los mandatarios de España, Uruguay, Brasil y Colombia. Asimismo, un conjunto de organizaciones de la sociedad civil y centros de pensamiento de Chile y el extranjero se dieron cita para reflexionar sobre el deterioro global de la democracia.

En uno de esos encuentros, la Embajadora de Alemania en Chile alertó respecto a que un 41% de jóvenes chilenos está de acuerdo en que, bajo ciertas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a un gobierno democrático. Para ello, utilizó como evidencia la reciente Encuesta Juventudes, Asignatura Pendiente 2024, realizada en toda América Latina y Caribe por parte de la Fundación Friedrich Ebert y que tuvo más de veinte mil jóvenes que la respondieron.

En general, las personas jóvenes encuestadas no están satisfechas con la democracia, pero existe una gran variabilidad entre los países. En el caso de Chile, solamente un 25% está satisfecho con el funcionamiento democrático y la mayoría se ubica, como tendencia, en una posición ambivalente, que los lleva a declararse “ni satisfechos ni insatisfechos”. Esta relativización de la eficacia de la democracia, es decir, cuánto logra satisfacer las necesidades de la población, se presenta al mismo tiempo como una amenaza (el declive democrático) y como una oportunidad (solidez democrática) en tanto se haga cargo de la mejora en las condiciones de vida y garantice una vida segura y de progreso.

Aun así, no se logra debilitar la valoración mayoritaria por la democracia como el sistema de gobierno preferido. En el caso de Chile, un 70% de las y los jóvenes encuestados opinan que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno. Si bien esta valoración es altamente positiva, y contrastante con la opinión que en décadas pasadas tenía la juventud chilena, aparecen algunos nudos críticos que ponen en riesgo el actual significado de lo que entendemos por democracia.

Un primer nudo crítico dice relación con la opinión respecto a si bajo ciertas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a un gobierno democrático. Ante esta pregunta un 41% de jóvenes de Chile estuvo de acuerdo y un 13% no sabe/no contesta. la preferencia por los gobiernos autoritarios mantuvo una estabilidad en la serie histórica 1995-2018 con valores que oscilaban entre 14 % y 19 %. Por lo que hoy estamos en presencia de un aumento que en buena medida puede ser explicado a partir de la pérdida de confianza en los gobiernos y agendas de bienestar social impulsadas en la última década, pero que no terminaron de traducirse en cambios significativos en la calidad de vida de la población; asimismo, influye la capitalización de esta subjetividad por parte de las nuevas derechas que emergen en América Latina y que, más allá de sus éxitos electorales, deben ser observadas en términos ideológicos y de sus narrativas culturales.

Un segundo nudo crítico en la relación jóvenes y democracia se observa al constatar la alta valoración que tienen los liderazgos fuertes. Es muy significativo el alto grado de acuerdo respecto a la eficacia de un líder fuerte por sobre los partidos políticos y las instituciones: más del 50 % de jóvenes encuestados está de acuerdo con que un líder fuerte resuelve mejor los problemas que los partidos y las instituciones. En el caso chileno, esa cifra alcanza al 67%.

Finalmente, observamos una creciente debilidad de los mediadores institucionales. Esto se expresa en un alto grado de acuerdo respecto a la viabilidad de una democracia sin partidos políticos. En el caso chileno, el grado de acuerdo con la afirmación que la democracia puede funcionar sin partidos políticos alcanza al 51% de encuestados. En términos generales, la desconfianza en los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil forma parte de un proceso de distanciamiento institucional más extendido que involucra a Policía; medios de comunicación, influencers y youtubers; tribunales judiciales; movimientos sociales; iglesia. Solamente las universidades tienen un alto nivel de confianza por parte de los encuestados.

Estos datos son una foto del momento, como toda encuesta. Pero al observarlos en movimiento, con otros datos y más recientes, se va configurando una película que nos habla tanto de una narrativa distinta (qué historia nos contamos sobre este sistema de gobierno) como de actuaciones concretas que modifican o refuerzan aquello que, hasta ahora, habíamos consensuado como democracia. Y esa es una conversación que debemos asumir como sociedad.