La mañana del 16 de diciembre de 2017, la localidad de Villa Santa Lucía, en Chaitén, despertó con un aluvión que dejó 22 fallecidos, uno de ellos desaparecido. Este evento destruyó una superficie de 90 hectáreas, mientras que el volumen de materia desplazado fue de 7,2 millones de metros cúbicos, de los cuales se depositaron 2 millones.
A siete años del desastre, un estudio liderado por Felipe Ochoa, académico del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Felipe Ochoa Cornejo, reveló que el retroceso glaciar, producto del calentamiento global, indujo el desastre de Santa Lucía de 2017 en la Patagonia chilena.
El profesor Ochoa explicó que “el retroceso glaciar en la Patagonia chilena es un fenómeno que se ha desarrollado de manera sostenida durante varias décadas, intensificándose como resultado directo de la crisis climática global, tal como se ha evidenciado en otras partes del mundo. En el caso de Villa Santa Lucía, las condiciones críticas que condujeron al megadeslizamiento se acumularon progresivamente a lo largo del tiempo hasta el 16 de diciembre de 2017, fecha del trágico evento donde lluvias extremas, exacerbadas por patrones climáticos anómalos, actuaron como detonante del desastre”.
¿Cómo ocurrió este trágico evento? Ochoa explica que “la desglaciación generó un debilitamiento estructural en las pendientes rocosas debido a la pérdida del confinamiento y soporte físico proporcionado por el hielo. Esto resultó en un incremento de las tensiones internas y una redistribución que favoreció la formación de fracturas críticas. En combinación con la saturación del terreno provocada por las lluvias extremas, estas condiciones llevaron al colapso progresivo y posterior deslizamiento catastrófico”.
El efecto del cambio climático
Previo a que ocurriera este aluvión, entre los días 15 y 16 de diciembre, cayeron 122 mm de agua en solo 24 horas. Este fenómeno junto con el retroceso de los glaciares fueron los que provocaron la tragedia, ambos vinculados fuertemente al calentamiento global. Ochoa indica que “la crisis climática sin duda jugó un rol importante en este proceso. El retroceso de los glaciares, acelerado por el aumento global de las temperaturas, y los eventos de lluvias más intensas y frecuentes, que incluso se están evidenciando a veces en verano, están directamente relacionados con este proceso. Estas dinámicas amplifican los peligros y riesgos geotécnicos en regiones de alta montaña, contribuyendo al desencadenamiento de desastres como el de Villa Santa Lucía".
“Los peligros y riesgos asociados a estos fenómenos son reales y crecientes en regiones donde los glaciares estén retrocediendo. Las condiciones geológicas y climáticas en estas áreas generan un entorno propenso a eventos similares. Es imperativo fortalecer nuestras capacidades de monitoreo, implementar sistemas avanzados de alerta temprana y priorizar políticas públicas orientadas a la mitigación de riesgos”, indica el especialista.
¿Está preparado el país para los fenómenos naturales intensificados por el cambio climático? Ochoa agrega que “si bien se han realizado avances en el monitoreo y análisis de áreas críticas, todavía existen importantes oportunidades para fortalecer las políticas preventivas. Nuestro estudio subraya la necesidad de transformar la cultura reactiva actual de nuestro país en una proactiva y preventiva. La integración de herramientas como la ingeniería de datos y la inteligencia artificial pueden revolucionar nuestra capacidad de interpretar información geológica, geotécnica, y climática, permitiendo el diseño de modelos predictivos que refuercen la resiliencia de nuestras comunidades frente a riesgos naturales.
"Rock slides in paraglacial environments in South America: three‐dimensional modeling of glacier retreat and landslide inducing the 2017 Santa Lucía disaster in the Chilean Patagonia" es el nombre del artículo, cuyo trabajo fue liderado por Felipe Ochoa en colaboración con las estudiantes del departamento de Ingeniería Civil de la U. de Chile, Shantal Palma y Karla Burgos y los académicos del Departamento de Geología de la U. de Chile Sergio Sepúlveda, Marisol Lara, y Paul Duhart, geólogo de Sernageomin.