En diciembre de 2025, la Universidad de Chile fue acreditada en el nivel de excelencia por siete años, hasta 2032, por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), consolidando por cuarta vez consecutiva el máximo reconocimiento otorgado en el sistema universitario chileno. El resultado corona un proceso de dos años de trabajo institucional y una profunda reflexión interna que, según explicó la Prorrectora Alejandra Mizala, permitió no solo alcanzar este resultado, sino también fortalecer la proyección estratégica de la universidad más antigua de Chile.
En entrevista con el programa La Fuente, emitido por UCHILE TV y Radio U. de Chile, la Prorrectora Mizala expresó su satisfacción tanto por el resultado de la acreditación como por el proceso que permitió a la Universidad de Chile mantener su nivel de excelencia.
Según explicó, la acreditación institucional es una exigencia legal para todas las universidades del país y contempla un riguroso proceso de autoevaluación, cuyo informe se presenta ante la Comisión Nacional de Acreditación (CNA). Posteriormente, un comité de pares evaluadores realiza una visita a la institución. En el caso de la Universidad de Chile, dicha visita —efectuada durante la primera semana de septiembre— abarcó 13 de las 16 facultades, los cinco campus y la Casa Central, e incluyó reuniones con académicas y académicos, estudiantes, empleadores y beneficiarios de iniciativas de vinculación con el medio. Concluida esta etapa, la Rectora Rosa Devés, acompañada de la Prorrectora, presentó la Universidad ante la CNA, tras lo cual se informó que, por cuarta vez consecutiva, la Universidad de Chile obtuvo acreditación de excelencia por el máximo de siete años en todas las áreas.
La Prorrectora relató que el proceso se inició formalmente en enero de 2024 y se organizó a través de comisiones lideradas por vicerrectores y vicerrectoras, alineadas con las cinco dimensiones que evalúa la CNA. “Lo primero que hicimos fue formar comisiones (…) en las cinco dimensiones que se evalúan: docencia y resultados del proceso de formación; gestión estratégica y recursos institucionales; vinculación con el medio; investigación, creación e innovación; y aseguramiento interno de la calidad”, explicó Mizala.
Un elemento central fue el sistema de autoevaluación institucional, que la Universidad de Chile desarrolla de manera permanente, más allá de los ciclos formales de acreditación. “En la Universidad tenemos un sistema de autoevaluación institucional que no depende de la acreditación; lo hacemos año a año”, señaló, destacando el trabajo articulado entre las comisiones centrales y locales de las facultades e institutos. Este ejercicio permitió analizar indicadores clave de la vida universitaria, como la progresión estudiantil, la composición del cuerpo académico, la investigación y la creación, y la vinculación con el medio, entre muchos otros.
“Es una reflexión que hace la universidad, y si uno realmente la hace con profundidad, es extremadamente interesante respecto de la calidad, independientemente del proceso externo”, afirmó.
Con una mirada retrospectiva, la Prorrectora subrayó el valor formativo y estratégico del proceso. “A mi modo de ver, fue un proceso muy interesante; me permitió conocer la universidad y todas las actividades que realizamos. Nuestra universidad, en cada uno de sus rincones, trabaja de una forma maravillosa”, señaló. También es importante mencionar que el proceso se vinculó directamente con la discusión del plan de desarrollo institucional, identificando fortalezas y oportunidades de mejora.
La autoevaluación con fines de acreditación “permite detectar las fortalezas que la universidad tiene y también las oportunidades de mejora”, explicó. “Eso nos permite contar con un plan que sirve de base a lo que se está trabajando hoy en la universidad: el proyecto de desarrollo institucional”.
Logros concretos: modelo educativo y cuerpo académico
Entre los avances que sustentaron la acreditación, Mizala destacó la consolidación del modelo educativo institucional. “La universidad tiene todos sus programas, todas sus carreras, con el modelo educativo ya implementado (…) un modelo educativo que incluyó la equidad de género y la no discriminación como un elemento sello muy importante”, afirmó, junto con mejoras sostenidas en la progresión estudiantil.
Otro aspecto destacado por los pares evaluadores fue la calidad del cuerpo académico. “Hoy tenemos un 40% de mujeres en el cuerpo académico. Hemos aumentado también el porcentaje de doctores y se ha reducido la edad de los profesores titulares, lo cual está relacionado con su renovación”. A ello se suma un avance progresivo en la internacionalización del estamento académico.
La autoridad relevó, además, el fortalecimiento de la política de vinculación con el medio y los avances en gestión institucional y aseguramiento de la calidad. “Tenemos una política de vinculación con el medio que se ha estado implementando con mucha fuerza”, afirmó, junto con destacar que la Universidad cuenta con “un sistema de aseguramiento de la calidad que es muy robusto, sistemático y participativo”.
Sistema de autoevaluación y acreditación de programas
En una conversación con los periodistas del programa La Fuente, la Prorrectora se refirió a la amplia cobertura de acreditación de sus programas formativos. “Tenemos 43 programas de doctorado, 100% de ellos acreditados (…) Tenemos 121 magísteres, el 86% de ellos acreditados, y 73 carreras de pregrado”, dijo.
En ese contexto, destacó el rol de la institución en la formación de doctores. “La Universidad de Chile representa el 16% de los doctores del país”, señaló, subrayando la magnitud y el impacto nacional de la institución.
Desde la perspectiva estudiantil, la Prorrectora enfatizó el fortalecimiento de las políticas de apoyo estudiantil. “Hemos desarrollado un trabajo muy bonito apoyando a nuestros estudiantes, tanto a nivel académico como económico y también en términos de su salud mental”, afirmó.
Asimismo, destacó el valor de contar con académicos que investigan y enseñan, una característica muy apreciada por el estudiantado. “Nuestros estudiantes entienden que los profesores que les hacen clases investigan, están al día y pueden transmitir eso”, explicó.
Trayectorias más flexibles
Como uno de los principales desafíos de cara al futuro, Mizala subrayó la necesidad de avanzar hacia trayectorias formativas más flexibles e interdisciplinarias, capaces de responder a las diversas expectativas y proyectos de los y las estudiantes y prepararlos para un mundo donde los desafíos son complejos, interdependientes y resistentes a soluciones simples.
En esta misma línea, destacó la aprobación del Bachillerato a inicios de esta rectoría como una nueva alternativa formativa que permitirá una mayor movilidad académica y una formación más integral. “Es un paso que la Universidad ha dado y que permite contribuir a formar estudiantes con una mirada más amplia e integral”, afirmó.
Finalmente, comentó que la obtención de una acreditación de excelencia no solo reafirma el liderazgo académico y el compromiso de la Universidad de Chile con la sociedad, sino que también permite proyectar su desarrollo futuro sobre la base de una reflexión institucional profunda, participativa y orientada a la mejora continua.
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