En la conmemoración, realizada el 2 de diciembre de 2025 en la Iglesia San Francisco de Castro, la Fundación de las Iglesias Patrimoniales de Chiloé (FIP) cuyo actual presidente es el obispo de Ancud Juan María Agurto, detalló el trabajo de conservación realizado en este cuarto de siglo y presentó, ante representantes de la UNESCO y autoridades regionales, los planes de acción para los próximos meses.
Y es que el 2 de diciembre del año 2000, 14 icónicas iglesias de Chiloé fueron reconocidas por su Valor Universal Excepcional (VUE) y su inigualable aporte a la humanidad, un número que se extendió a un total de 16 templos en enero del siguiente año..jpeg)
"A estos 25 años hemos llegado con varios avances, pero también con muchos desafíos. Dentro de los avances, tenemos 12 de las 16 iglesias que han podido seguir su plan de restauración, que están en buenas condiciones, pero todavía tenemos cuatro que están con muchos problemas, que son las iglesias de Ichuac, de Detif, de Caguach, y ahora está entrando también la de Colo. Y sin dejar de lado la iglesia de Castro que también tiene sus propios desafíos. El trabajo que viene es harto y arduo, pero para eso estamos y la idea es poder seguir en esta continuidad histórica del sitio patrimonio mundial con harta fuerza, impulsando también esos proyectos de conservación", puntualizó Natalia Cruz, directora de la Fundación de las Iglesias Patrimoniales de Chiloé, arquitecta egresada de la FAU y magister en Intervención del Patrimonio Arquitectónico de nuestra Facultad.
Aportes de la FAU al reconocimiento
El “Programa de Protección y Desarrollo del Patrimonio Arquitectónico de Chiloé” ―más conocido como “Programa Chiloé"― surge a partir del convenio suscrito entre la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile y el Obispado de Ancud en 1976; una iniciativa del profesor arquitecto Hernán Montecinos Barrientos, y el entonces obispo de la diócesis de Ancud, Monseñor Juan Luis Ysern de Arce. Desde entonces, el Programa se ha dedicado al estudio, divulgación, puesta en valor y conservación del patrimonio arquitectónico y cultural del archipiélago. En esta labor, colaboraron varios académicos y estudiantes con destacados aportes al conocimiento y logros en los ámbitos de investigación, docencia y extensión.
Luego, en el año 1993, se constituyó la Fundación de Amigos de las Iglesias de Chiloé, gracias a la gestión del profesor Montecinos, quien junto al arquitecto Lorenzo Berg conformaron el primer directorio presidido por el obispo Ysern. El trabajo realizado desde la Fundación y la Facultad permitió la posterior iniciativa de presentar este bien cultural chilote ante la UNESCO, gracias a la gestión de Hernán Montecinos y Lorenzo Berg, por parte de la Facultad, y Marta Cruz-Coke, Susana Simonetti y Ángel Cabeza por parte del Consejo de Monumentos Nacionales, quienes llevaron a cabo la preparación, redacción y coordinación de la postulación de las iglesias chilotas como sitio del Patrimonio Mundial UNESCO en el año 2000.
A poco andar de este logro y reconocimiento internacional, el Programa Chiloé amplió su docencia hacia asignaturas electivas colegiadas, a partir de la iniciativa de los académicos Hernán Montecinos, Patricio Basáez, Luis Goldsack y Jaime Daroch incorporándose, a continuación, el arquitecto Constantino Mawromatis y años más tarde el geógrafo Marcelo Bravo. Se sucedieron, a partir de entonces, varias generaciones que suman hasta hoy: más de 700 estudiantes, incluidos alumnos de 20 países a través del Programa de Movilidad Estudiantil.
Actualmente, el Programa continúa con la labor emprendida hace casi 50 años, principalmente con el curso electivo “Programa Chiloé: Territorio, paisaje y cultura del Archipiélago” que, hace dos años, tiene el carácter transversal, abriéndose la oferta a estudiantes de las carreras de Diseño y Geografía; un curso que cada año genera filas de espera de estudiantes para poder incorporarse, siendo dictado por un equipo multidisciplinar a cargo de los profesores Constantino Mawromatis, del Departamento de Urbanismo; Marcelo Bravo, del Instituto de Historia y Patrimonio; y Paola de la Sotta, del Departamento de Diseño.
“El Programa Chiloé, a través de su docencia, ha abierto la oportunidad de poner en práctica la enseñanza significativa, acercando a los estudiantes a los territorios y a sus comunidades, donde convergen distintas disciplinas y desde donde se pueden generar diversas lecturas de la realidad local. Paralelamente, se cumple con la misión de la Universidad de Chile de aportar al país desde la extensión universitaria y acercar a las comunidades para trabajar de manera colaborativa”, afirma el profesor Mawromatis.
Por su parte, el profesor Lorenzo Berg (quien asistió a la Ceremonia en Chiloé), director de la FIP y coordinador por parte de la FAU en el convenio con Obispado, reafirmó que “la contribución de la FAU ha sido trascendental en la puesta en valor y conservación del patrimonio arquitectónico de Chiloé a partir del convenio suscrito, a través del profesor Hernán Montecinos con el obispado de Ancud; el convenio permanece vigente y activo y el próximo año cumple 50 años. Lo más relevante ha sido la participación directa en el proceso y postulación de las iglesias de Chiloé a Patrimonio de la Humanidad que hoy celebran 25 años de la nominación por parte de UNESCO”.
Reconocimiento a mujeres "guardianas de un legado"
En el marco de la celebración, la Fundación de las Iglesias Patrimoniales de Chiloé también lanzó su archivo fotográfico. Esta muestra itinerante pasará por seis comunas del sitio patrimonial mundial, ofreciendo una mirada histórica detallada sobre la evolución de estas iglesias, abarcando tanto sus 25 años como patrimonio como el periodo anterior a la declaratoria.
Uno de los momentos más significativos de la jornada fue el homenaje rendido a las mujeres cuidadoras del sitio patrimonial. Este reconocimiento se enmarcó en el proyecto de investigación y difusión "Guardianas de un legado universal".
Se reconoció a un grupo de 10 mujeres cuyo rol ha sido históricamente clave en la protección y preservación del sitio. Su labor ha sido fundamental desde el ámbito religioso, institucional y profesional, asegurando la continuidad y el resguardo de este patrimonio único.