Profesor de la Universidad de Ginebra en la U. de Chile

Abdeljalil Akkari: “La inteligencia artificial nos va a obligar a enseñar de forma diferente”

Profesor Akkari: “La IA nos va a obligar a enseñar de forma diferente"
Medio plano del profesor Abdeljalil Akkari, podando a la cámara sonriente
Previo a su conferencia, el doctor Akkari, concedió una entrevista a uchile.cl, donde ofreció una mirada desafiante y movilizadora sobre el rol que deben asumir las instituciones de educación superior y las necesarias transformaciones pedagógicas que implica el escenario actual.
El doctor en Educación Abdeljalil Akkari, respondiendo una pregunta en auditorio de la U. de Chile
El 10 de septiembre, el profesor de la Universidad de Ginebra, compartió con docentes y especialistas de la Universidad de Chile, en una conferencia y posterior conversación, sobre el impacto de la inteligencia artificial en la educación superior.

El pasado 10 de septiembre, el profesor titular de dimensiones interculturales e internacionales de la educación en la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Ginebra, Abdeljalil Akkari, dio una concurrida y participativa conferencia en la Universidad de Chile, donde abordó los riesgos y oportunidades de la integración de la inteligencia artificial generativa en la educación superior.

Previo a su ponencia, el doctor en Educación conversó sobre la conmoción que ha significado la acelerada llegada de esta nueva tecnología a las universidades, ofreciendo una mirada desafiante y movilizadora sobre el rol que deben asumir las instituciones de educación superior y las necesarias transformaciones pedagógicas que implica el escenario actual.

-Como académico su experiencia se relaciona con la educación intercultural, con las desigualdades, ¿por qué en esta ocasión quiso abordar la inteligencia artificial en la educación superior?

En los últimos años yo hice bastante trabajo sobre las transformaciones, los cambios en las universidades, en el mundo educativo, realmente investigación comparada. Y yo veo ahora la universidad, después del COVID, tuvimos toda la experiencia del COVID, que dejó un impacto. Y ahora, después de dos o tres años, yo creo que lo que da al mismo tiempo miedo, pero también una nueva oportunidad, es la inteligencia artificial. La pregunta es si estamos listos para cambiar, para tomar en cuenta ese cambio o no. 

-¿Qué riesgos y oportunidades identifica para la docencia universitaria con la integración de la inteligencia artificial? 

Me gusta mucho esa frase de un filósofo, escritor francés —Michel Serres—, hablando de la nueva tecnología, de la información, de la comunicación, hace más de 20 años. Y él escribió que la tecnología nueva nos obliga a ser más inteligentes como educadores. Y me gusta esa fórmula, porque en realidad la inteligencia artificial tiene dos lados.

Voy a comenzar por el lado negativo, que normalmente sale primero, inclusive en mi universidad. ¿Cuál es ese lado negativo? Que otro estudiante puede usar la inteligencia artificial en las evaluaciones sin respetar algunas conductas éticas. Robar el trabajo de otro. En fin, la inteligencia artificial puede acabar con la evaluación clásica en la universidad. Ese es un punto. Otro punto, la inteligencia artificial en realidad usa lo que se encuentra en el Internet. Y sabemos que muchos países y pueblos dominan el Internet. Hay dominación lingüística. La mayoría del material que está en Internet está en inglés. Entonces, cuando usamos solamente ese material, vamos a tener una parte de la visión del mundo. Esa es la parte negativa que tenemos que cuidar. 

Pero yo prefiero ver la oportunidad. ¿Qué tipo de oportunidad? Yo creo que la inteligencia artificial nos va a obligar a enseñar de forma diferente, a repensar todos nuestros programas, a repensar la evaluación. Y eso yo creo que es una oportunidad interesante para cambiar la universidad, para que la universidad pueda integrar la inteligencia artificial.

-En ese sentido, ¿usted cree que los desafíos son los mismos para una universidad en Ginebra, que una universidad en Santiago, por ejemplo? 

Yo creo que sí. Una de las ventajas de la nueva tecnología es que no hay muchas barreras como antes, conectadas al ingreso o al nivel de desarrollo. Le voy a dar un ejemplo: hay más teléfonos inteligentes en África que en Europa y Estados Unidos juntos, en número. Yo trabajo bastante en África y hay muchos teléfonos inteligentes chinos que no son baratos, que no son caros, pero que funcionan bien. Entonces, para mí, la inteligencia artificial puede dejar a todas las instituciones al mismo nivel. Instituciones de Europa, de Suiza, de Chile. 

Solo que la inteligencia artificial llega ya a una universidad con su contexto, con su tradición, con su medio. Es cierto que si no trabajamos sobre la desigualdad estructural, el hecho de que hay muchos estudiantes que no tienen acceso a la tecnología, podemos agravar la desigualdad. Entonces, la inteligencia artificial puede disminuir o agravar la desigualdad. Eso va a depender de las políticas institucionales que usamos para el uso de la inteligencia artificial. 

-Según lo que usted ha estudiado de Chile o Latinoamérica, ¿qué aprendizajes sobre la inteligencia artificial serían más relevantes o desafiantes para esta parte del mundo? 

Yo creo que hay un error que estamos cometiendo en todo lugar del mundo. Cuando hablamos de inteligencia artificial, siempre hablamos en términos de castigo a los estudiantes que la usan, limitaciones, y hablamos solamente del uso de los estudiantes. Yo veo que hay otro problema, del que no queremos hablar mucho, que es el uso de parte del profesorado. Y eso es interesante. 

Tenemos que encarar, tomar en cuenta todas las dimensiones de la inteligencia artificial. Y yo creo que no tenemos otra opción. Entonces, yo veo que en América Latina puede ser que haya una oportunidad, pero yo veo que la institución particular y privada, —allá en Suiza no tenemos institución particular en la universidad, son solo universidades públicas. Entonces, el Estado invierte mucho—. Yo veo en América Latina el problema que en la universidad privada puede ser que haya más oportunidad porque son más flexibles, tienen medios, pueden obligar a su profesor a adaptarse a la inteligencia artificial.

Por otro lado, en la universidad pública, su personal tiene mayor protección que la privada, pero tiene, a veces, pocas flexibilidades. Y como los gobiernos a veces no invierten mucho en la educación pública superior, puede ser que vamos a tener un problema más grande. 

-¿Y cómo podríamos asegurar que la implementación de la inteligencia artificial no profundice desigualdades existentes? 

Voy a tomar un ejemplo concreto. La cuestión del levantamiento bibliográfico, hacer un trabajo de literatura científica académica. Yo visito muchas universidades, no tuve la oportunidad de ir a la biblioteca, pero en el mundo es caro acceder a la documentación científica. Tienes que pagar caro muchas revistas. 

Entonces, la inteligencia artificial puede ayudar a un académico a acceder a algunos datos académicos que no tiene en su propia universidad. Entonces, yo lo veo mucho más como una oportunidad para disminuir —la desigualdad—. Pero eso va a depender de cómo vamos a orientar en el futuro la inteligencia artificial. Hay muchas cosas que no se saben, pero normalmente soy optimista. 

-En un mundo donde la inteligencia artificial se está encargando de tareas que son rutinarias, ¿cómo pueden las universidades fomentar habilidades que nos hacen únicos como seres humanos, como la creatividad, la ética, la empatía? 

Yo llevo mucho tiempo en la universidad, me voy a jubilar el año próximo, pero yo veo que la universidad tiene que ofrecer dos tipos de cursos: los cursos teóricos, donde el profesor habla de la investigación, explica conceptos; todo eso no lo tenemos que hacer más en forma presencial. Tenemos que hacerlos a distancia, dar los cursos, preparar bien cursos a distancia. Y por otro lado, tenemos que dedicar tiempo a acompañar a los estudiantes a investigar, a salir del muro de la universidad, a ir a la sociedad, a las empresas, para aprender qué pasa en la realidad.

Yo veo que la inteligencia artificial nos va a aliviar, ayudando a organizar los cursos online, la evaluación de los estudiantes, toda la gestión administrativa, y después una parte de nuestra actividad se va a volver una actividad casi artesanal. Tenemos que tener pequeños grupos para acompañar en su desarrollo, eso va a tomar tiempo, y ahí vamos a tratar la cuestión de la ciudadanía, la cuestión de la creatividad, la cuestión de la interculturalidad; en eso la inteligencia artificial no puede ayudar. Pero el gran problema, ¿estamos listos para hacer eso? Porque es un cambio radical en la universidad.