Palabras Concierto “Oda a la Fraternidad” en el Estadio Nacional
Con mucha emoción les saludo en representación de la Universidad de Chile y agradezco su presencia en este concierto que nos convoca con el nombre de “Oda a la Fraternidad”.
Un saludo afectuoso al Presidente Gabriel Boric, a las familias Aylwin y Piñera, a todas las autoridades, y a cada uno y cada una de ustedes, ya sea se encuentren presentes en el Estadio o participen a lo largo del país a través de la transmisión de Televisión Nacional de Chile y de nuestros medios universitarios.
Siempre es un honor compartir el escenario con los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile y el Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, conjuntos patrimoniales que la nación nos encargó cuidar hace más de 80 años como bienes preciados que debían representar y nutrir el “alma de Chile” mediante la música.
Expresamos el más profundo agradecimiento a sus integrantes y a los solistas, en la figura de los maestros Rodolfo Saglimbeni y Juan Pablo Villarroel. Asimismo, agradecemos a las y los jóvenes músicos de la Orquesta Sinfónica Estudiantil Metropolitana y el Coro Estudiantil FOJI por el hermoso concierto que nos han brindado como artistas invitados. Ellos y ellas simbolizan el futuro en este acto.
La interpretación de la Novena Sinfonía de Beethoven en el Estadio Nacional tiene profundos significados. La última vez que escuchamos esta música interpretada por los mismos conjuntos en este lugar fue el 12 de marzo de 1990, cuando el Presidente Patricio Aylwin reinauguraba la democracia.
Ese día, el Presidente Aylwin nos decía: “Nos reunimos esta tarde con esperanza y alegría. Con esperanza, porque iniciamos, por fin, con espíritu fraterno y anhelantes de libertad y de justicia, una nueva etapa en la vida nacional. Con alegría, porque -por primera vez al cabo de veinte años- emprendemos una ruta que ha sido elegida consciente y voluntariamente por nosotros mismos”. Pero también nos recordaba que “este recinto fue lugar de presidio y de tortura”, enunciando que “Nunca Más” habrían “atropellos a la dignidad humana”, “Nunca Más violencia entre hermanos”.
Este es un compromiso que todavía nos interpela como sociedad y al que nos esforzamos por contribuir desde la Universidad de Chile, educando para la democracia y los Derechos Humanos, preservando la memoria e involucrándonos activamente en la búsqueda de personas desaparecidas y en la consecución de verdad y justicia, una tarea que aún permanece inconclusa.
El encuentro al que concurrimos hoy con espíritu fraterno es testimonio de que la colaboración y la unión de esfuerzos nos permiten alcanzar objetivos grandes y valiosos, y de que podemos soñar juntos y juntas un destino común. Agradecemos profundamente a todas las personas, así como a las organizaciones privadas y públicas que, en un gesto solidario, extendieron su mano, ofrecieron sus capacidades y recursos, e hicieron posible que hoy estemos reunidos aquí.
En su permanente esfuerzo por ser verdaderamente de Chile, nuestra Universidad trabaja para aportar, desde su misión, a un diálogo amplio que permita trazar caminos comunes para fortalecer los valores democráticos.
Este concierto es un símbolo de esa voluntad y esperamos sea fuente de esperanza. La esperanza en estos días, más que un anhelo colectivo, debe transformarse en un deber que nos mueva y oriente, que dirija nuestros pasos para entender que sólo caminando juntos y juntas lograremos avanzar como sociedad. Lo que tenemos en común es más fuerte y precioso que nuestras legítimas diferencias.
A vivir entonces este momento de encuentro en la música, agradeciendo a quienes nos han antecedido y que han hecho posible que disfrutemos de estos bienes culturales que hoy nos pertenecen a todos y todas.
¡Muchas gracias!
Rosa Devés Alessandri
Rectora de la Universidad de Chile