Cecilia, ¿cómo surgió tu interés por las técnicas prehispánicas como forma de abordar el lenguaje contemporáneo en la cerámica?
Mi interés inicialmente surgió del aprendizaje y la curiosidad. Suelo embarcarme en proyectos que me permiten aprender nuevos aspectos de la cerámica, y fue así como en 2018 comencé a estudiar y aprender más sobre las sonoridades prehispánicas. Empecé aprendiendo en Argentina con distintos maestros y reflexioné sobre un aspecto clave para mí: las cerámica prehispánica responde a la necesidad de reflejar su entorno. Muchas de las cosas que conocemos sobre las culturas de América provienen del legado de sus vasijas, y para mí tenía mucho sentido pensar en cómo éstas podrían dar cuenta del entorno cotidiano actual que me rodea. Por eso comencé con vasijas silbadoras, luego con instrumentos aerófonos con un imaginario doméstico y finalmente volví a las vasijas, como una forma de hacer visible el ambiente en el que estaba inmersa en ese momento. Es importante mencionar que cuando comencé este proyecto estábamos en plena pandemia, con un aumento considerable de la violencia doméstica dado el confinamiento. Las redes sociales también evidenciaban estas situaciones, mientras que nosotros estábamos relegados en nuestros entornos esencialmente domésticos. Así que enfrentarme a estos temas se convirtió en algo crucial en este trabajo.
¿Cómo definirías la inclusión del sonido en tu proyecto?
El sonido es de suma importancia en mi trabajo, ya que funciona a modo de capas. La primera de ellas está compuesta por una pista de sonido ambiente en la sala, donde se mezclan sonidos de la vida doméstica con fragmentos de canciones románticas en bucle, creando una instancia de inmersión inicial. Luego, la otra capa la proporciona el sonido de cada vasija. Cada una de ellas se encuentra sobre una columna de madera con una pieza móvil, a la que se adhiere una placa de bronce con un hashtag alusivo a la violencia doméstica. Esto permite que el público relacione el movimiento y el sonido con el hashtag activado. Cuando las vasijas se mueven, emiten silbidos como una advertencia de que están ocurriendo cosas que no podemos ver; el sonido canaliza el descontento que permanece invisible debido a la rapidez con la que nos llega la información, generando una atmósfera enrarecida, siniestra. Por otro lado, también se encuentra el estrato producido por el streaming, ya que es posible ver y escuchar la muestra a distancia desde cualquier dispositivo y donde sus sonidos se organizan de acuerdo a los posicionamientos de cada vasija, operando como otra manera de apreciar la muestra. El enlace para acceder es www.ceramicacontemporanea.cl/silencioamplificado durante los horarios del museo hasta el 23 de junio.
¿Existen elementos biográficos en tu obra?
Respecto a tu labor docente, ¿cómo desarrollas tus procesos creativos y cómo esto impacta en tus estudiantes?
Mi proceso creativo se desarrolla paso a paso. Primero investigo mucho. Para mí es importante contar con bocetos, pruebas materiales, prototipos, maquetas y renders para poder visualizar correctamente lo que quiero hacer. En el caso de la cerámica, es un proceso más complejo que implica ensayo y error, algo que también transmito en la enseñanza, donde creo que el error es donde realmente se produce el aprendizaje más profundo. Los sistemas actuales de acceso a fondos buscan certezas en cuanto a los resultados y la cerámica no es la disciplina más propicia para darlas, ya que la falla está presente todo el tiempo, por lo que este tipo de procesos se los planteo a mis estudiantes desde una lógica resiliente, autoconsciente y comprometida.
Con entrada liberada, "Silencio Amplificado" se puede visitar de martes a domingo, de 11:00 a 17:30 horas, en MAC Parque Forestal.