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Tecnología Médica, con miras a la recertificación

Tecnología Médica, con miras a la recertificación
Integrantes de la Comisión de Autoevaluación de la Escuela de Tecnología Médica, profesores Hernán Torres, Sara Herbage, Catalina Rita, Marioly Müller y Dennisse Karl junto con la directora de esta escuela de pregrado, profesora Fabiola Cerfogli (al centro).
Integrantes de la Comisión de Autoevaluación de la Escuela de Tecnología Médica, profesores Hernán Torres, Sara Herbage, Catalina Rita, Marioly Müller y Dennisse Karl junto con la directora de esta escuela de pregrado, profesora Fabiola Cerfogli (al centro).

Así lo dan a conocer los profesores Fabiola Cerfogli, directora de la Escuela de Tecnología Médica; Sebastián Indo, subdirector de la unidad, y Catalina Rita, presidenta de la Comisión de Autoevaluación.

Esta última explica que “el proceso de autoevaluación terminó a fines del 2022, con una excelente participación de los miembros de nuestra comunidad, como fue en las encuestas: respondieron 320 estudiantes y 132 egresados, además de nuestro cuerpo académico. Durante el 2023 elaboramos el informe y ahora estamos a la espera de la visita de pares evaluadores externos. Como escuela tenemos ya una historia de certificaciones y recertificaciones, en una cultura enfocada hacia la calidad y también con autoevaluaciones intermedias”.

Todo este proceso, añaden, les ofreció una vista panorámica de fortalezas y desafíos de la carrera, en los cuales reconocen el trabajo comprometido de docentes y estudiantes, así como las políticas orientadas, entre otras, a mejorar el desempeño académico y la vinculación con los campos clínicos.

“Entre nuestras fortalezas destacamos varios conceptos”, dice la profesora Rita. “El primero de ellos es la calidad de nuestros estudiantes, jóvenes que ingresan con excelentes puntajes y que provienen de distintas realidades; la mitad de ellos ha accedido a la gratuidad universitaria. En este sentido, la labor que hacen la Comisión de Docencia y el Consejo de Escuela es vital para seguir el avance de los estudiantes y apoyarlos cuando lo requieran, además de velar por la calidad de los cursos y sus evaluaciones. En la misma línea, plataformas como U-Cursos fueron altamente valoradas como vínculo de comunicación entre alumnos y profesores”.

A ello, el profesor Indo agrega que “otra de nuestras fortalezas es nuestro plan de formación, dado que tenemos un ciclo básico que está enfocado y fortalecido en ciencias básicas, para lo cual tenemos una muy buena relación tanto con los departamentos disciplinares como con el Instituto de Ciencias Biomédicas para las asignaturas que se imparten principalmente durante primer y segundo año”.

Por su parte, la profesora Cerfogli añade que “nos destacamos por nuestro alto número de campos clínicos: tenemos aproximadamente 34 convenios vigentes para las cinco menciones, pues nuestro objetivo es que los estudiantes vayan a campo clínico idealmente en relación uno es a uno, para que la enseñanza directa con el paciente sea personalizada. Y es que, a diferencia de otras carreras de la salud, cada uno de nuestros estudiantes requiere usar un equipo diagnóstico o de laboratorio, y nosotros apuntamos a que hagan, aprendan y efectivamente tengan contacto uno es a uno con el equipo de trabajo, con el paciente o con la muestra”.

La investigación como uno de los pilares formativos centrales

En términos formativos, los académicos explican que algunos aspectos destacados son “la pertinencia con el perfil de egreso, que ha sido muy bien evaluado en su orientación, pues ya desde el segundo año comienzan a tomar los cursos por mención. En ese sentido somos como cinco carreras en una: administramos cerca de 70 cursos por semestre en cinco mallas curriculares, una por año. A partir del segundo aumentamos de forma creciente las asignaturas del ámbito profesional y mantenemos un eje transversal de formación común, además de una línea de investigación que es muy importante porque nuestros estudiantes, para titularse, además de terminar todo su plan formador y realizar la práctica, deben hacer una tesis profesional, que es un trabajo de investigación donde ellos demuestran todo su desarrollo en este ámbito. Con ese fin, solicitamos al ICBM, al Departamento de Tecnología Médica, a departamentos clínicos y a unidades externas temas en los que puedan hacer esas tesis con tutoría, y nos va muy bien, nuestros estudiantes son muy solicitados para que trabajen y colaboren con distintos proyectos; muchas de esas tesis incluso son presentadas en diferentes congresos, terminan en publicaciones, o incluso ayudan a la gestión y mejora de algún servicio de salud”.

Todo lo anterior, sumado a que “más o menos la tercera parte de nuestros académicos además ejercen en el ámbito clínico y, por lo tanto, ofrecemos una formación universitaria fuertemente vinculada a la realidad profesional”, redunda en que “desde el año 2016 a la fecha tenemos entre un 97% y un 100% de ocupación de nuestros egresados todos los años. Son indicadores que nos dejan bien orgullosos de lo que está pasando con nuestros egresados”, acota la profesora Rita.

A ello, la profesora Cerfogli detalla que “en este sentido, nos llamó la atención que había algunas menciones –las del área bioquímica- que tenían una tasa de empleabilidad levemente más baja, pero es porque sus egresados no entran directamente al mundo laboral, sino que siguen el camino académico a través de programas de magister y doctorado”.

Fuerte supervisión clínica

Además, resguardan el desempeño laboral de sus internos mediante un sistema de supervisores clínicos, que son profesionales contratados para rotar por los espacios de práctica “no sólo evaluando su trabajo y el vínculo con los respectivos tutores, sino que además si han tenido dificultades o complicaciones que pudieran derivar en problemas de salud mental, porque es distinta la exigencia de un curso teórico a uno en el que tiene gran prevalencia la práctica clínica; ahí hacemos seguimiento y los supervisores de campo clínico están formados para que traten de identificar a los estudiantes que den señales de alerta en este ámbito, para actuar lo más rápido posible”.

Todo lo anterior, remata la profesora Cerfogli, “se traduce en que nuestro enfoque se centra en dar una gran impronta a nuestros estudiantes, que es el compromiso social. No sólo en el sentido de pertenecer a la Universidad de Chile y, por ello, debernos a nuestro país y a nuestra población, sino que desde cada uno de los lugares donde se desempeñan los tecnólogos y tecnólogas médicos (as), porque muchas veces pasan mayor tiempo con el paciente. Por eso, uno de nuestros roles es su educación, porque muchas veces vienen con un diagnóstico o un tratamiento cuya relevancia no han logrado integrar. Ahí cada uno hace educación en salud todos los días, incluso en el caso de los egresados de las menciones que no tienen tanto contacto directo con personas, porque informan acerca de prevención de cáncer, trasmisión de enfermedades, donación de sangre y otros temas. Es el compromiso social de ayudar y aportar desde el lugar en que ellos estén insertos”. De hecho, añaden, es una característica que destacan los propios empleadores, puesto que “salió destacado transversalmente en los grupos focales que hicimos entre ellos, relevando que nuestros egresados son los que siempre están dispuestos a participar en actividades como operativos”.

Por último, entre las áreas que consideran que deben continuar el proceso de mejora, se encuentran “el difundir entre los estudiantes la relevancia que le damos a su opinión, manifestada en las evaluaciones de los cursos; reforzar la formación en el ámbito de gestión y mejorar la implementación de algunos laboratorios”.