La Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa

Las primeras iglesias que levantaron los misioneros jesuitas y las que posteriormente construyeron los franciscanos, se originaron en los bordes costeros de las islas, convirtiendo al mar en la gran vía de relación y comunicación. Los misioneros dispusieron que cada poblado "tuviese su capilla para que los distantes no tuviesen que caminar tanto, i las dichas capillas se pusieran junto a las playas, para que llegando allí los padres con sus piraguas, sin mucha fatiga puedan empezar luego los ministerios, junta ya la gente".(1)

Estos lugares, ligados por medio de la acción religiosa de la misión circular, se transformó en el centro reconocible de su respectivo sector, creando un incipiente orden espacial y constituyéndose en un factor aglutinante para la población, aunque solo tuvieran un uso periódico. La reiteración de los ritos otorgaron significados religiosos a estos lugares convirtiéndolos en centros, "pues separaban el seno de un espacio caótico, poblado de demonios y fantasmas, un recinto, un lugar organizado, cósmicamente ordenado; en otras palabras, un lugar dotado de centro".(2)

Hasta comienzos del siglo XVII, pareciera ser que bajo la tutela de los mercedarios y franciscanos el lugar de la predicación o misión se efectuaban en el espacio abierto y las capillas solo empezaron a ser construidas durante la época en que la Compañía de Jesús se hace cargo de la evangelización. Según Urbina "los primeros jesuitas que iniciaron la misión circular, hacían sus visitas reuniendo la gente a la interperie, predicando en la misma playa y durmiendo en ella, porque no había capillas ni casemitas"(3). Es decir, el primer elemento de la escuela misional –la explanada- ya se hace presente en el siglo XVI comoun espacio de reunión al aire libre que adquiere un significado de centro y centro-religioso para la comunidad.

En términos generales el lugar requería de ciertas características espaciales: como terrenos planos ubicados en sectores costeros con existencia de agua dulce, buenos embarcaderos que permitieran una fácil entrada y salida por mar; asimismo la necesidad de protegerse de los vientos dominantes determinó la conveniencia de emplazarse en lugares protegidos.

Este espacio creado para albergar lo religioso, centro del lugar y por lo tanto de su identidad como comunidad, comprendía un sector geográfico de límites no bien definidos, más allá de la agrupación inmediata de las viviendas en torno a la capilla.

Cuando sobre Chiloé los autores se refieren a los pueblos de indios o de naturales, éstos no lo son en el sentido urbano, pues como dice Urbina "en Chiloé los indios no se agrupan en poblaciones sino que viven aislados en determinados parajes en cuyo centro se levanta la capilla".(4)

Mientras duraban las misiones, por periodos de dos o tres días, los fieles construían viviendas provisorias a nivel de rancho. "Los vecinos de cada oratorio se alojan en sus cercanías en una especie de tiendas, o casas de campaña donde perseveran todo el tiempo que dura la misión".(5). La presencia de una cruz en la explanada introducía el símbolo permanente de lo religioso y lo hacía reconocible como lugar de encuentro sagrada separado de su entorno inmediato, desconocido, desordenado y por lo mismo también pagano.

Además de la explanada creada como espacio vacío para producir el encuentro y recoger las expresiones comunitarias y procesionales, los misioneros de la Compañía comenzaron a construir las primeras capillas a partir de 1608, precarias fábricas levantadas por los naturales del lugar y dirigidos por ellos.(6) Este espacio cubierto permitió la reunión de los fieles en una situación más íntima y protegida de las inclemencias del clima, transformando al edificio además en un elemento referencial religioso del lugar. De esta manera la explanada o plaza se vio reforzada y jerarquizada por este elemento arquitectónico, la iglesia, constituyéndose en los elementos básicos generadores de los poblados del siglo XVIII. La plaza antecede a la capilla como centro y lugar de encuentro y su fachada obedece a la calidad de telón, conformando una relación de figura y fondo con respecto al marco geográfico natural.

Las casas cuando las hay se sitúan frente a la iglesia o conformando los otros límites de la explanada, pero nunca a los costados de la fábrica o a su espalda(7). Esta situación se asemeja al esquema de las misiones jesuíticas del Paraguay donde la capilla y sus dependencias se ubican al fondo de la plaza. Siguiendo el pensamiento de Palm, referido a las misiones guaraníes, aquí también el templo ocupa el lugar, que en la época absolutista el urbanismo había reservado a la ciudadela. Afirma que en "las misiones del territorio guaraní la triada significativa de iglesia, colegio, cementerio, se reviste de los símbolos del poder civil" y cree ver en ello antecedentes de la colonización portuguesa del Brasil (8). En el caso de Chiloé la plaza –explanada y la iglesia representaban a nivel primario los mismos elementos esenciales de la constitución de los poblados guaraníes. No hay que olvidar que las misiones de Chile y del Paraguay formaron parte de la primera provincia jesuítica y por lo tanto existieron relaciones de todo tipo.

Estas capillas simples, elementales, concebidas como un gran volumen techado a dos aguas, con una cruz, como aparece en el grabado holandés de comienzos del siglo XVII, reproducido por el Padre G. Guarda (9), aunque éste pudiera corresponder a una visión idealizada. "Las capillas eran grandes casonas, a modo de galpones, pero con torre y cruz. La razón para hacerlas tan grandes era dar cabida a toda la comunidad que habitaba dispersa en la extensión del paraje donde estaba situada". (10)

Las iglesias fueron, las obras que mayor atención merecieron dentro de la pobreza reinante: "Los oratorios i capillas son capaces, fabricadas de tablazon bien firme i cubiertas de paja, bastante decente i adornadas..." en cuanto a su sistema constructivo "se componen de unos postes de madera, con otros palos que se les arriman formando las paredes i el techo cubierto de paja sobre algunas tijeras, sin que se gaste en toda su formación un clavo, porque es amarrado con unas raíces i yerbas que trepan por los arboles, i que llaman boqui..."

Estas fábricas eran "capillas hechas a la rústica. Tablas de alerce o ciprés sin pulir, ventanas pequeñas, generalmente cubiertas con pellejos, interiores sin forrar y con las vigas a la vista, daban la impresión de casas de indios. No faltaban los calificativos de toscas y poco decentes, como solían decir los padres franciscanos refiriéndose al interior de estas capillas, excepto quizá, las de Achao y Chonchi. Con todo, miradas, desde el mar sobrecogía a los misioneros que llegaban por primera vez a la Provincia".(11)

La información proveniente de los inventarios hechos con motivo de la expulsión de la Compañía de Jesús y de las actas de entrega de los bienes de éstos a los franciscanos describen vagamente las iglesias de mayor importancia en el archipiélago en la segunda mitad del siglo XVIII: las iglesias de Castro, Achao y Chonchi.

En el documento de entrega de la iglesia de Castro a los franciscanos de Chillán se señalaba que "la iglesia es de tres naves, con las puertas a la calle, con sus llaves, toda de madera, techo de tablas con pizarrita, dos torres y tres campanas en ella y el piso de dicha iglesia enrrajada".(12)

En otro documento del año 1771, refiriéndose esta vez a la iglesia matriz y que se incendió al año siguiente, se dice "la torre estaba medio podrida por las muchas goteras, los corredores en mal estado"(13). Es decir, en el caso de la iglesia de Castro aparece muy claramente una iglesia de tres naves con dos torres, en cambio, en la iglesia matriz se señala una torre, posiblemente central, pero con un elemento importante como son los corredores, fundamentalmente construidos para proteger los cimientos y también como resguardo.

Refiriéndose a la iglesia de Achao, el inventario señala que "es una iglesia de tres naves por concluir, obra toda de madera(14); "es una bella iglesia de madera de tres naves con columnas toda de una pieza"(15).

Finalmente en el caso de la iglesia de Chonchi, se dice "aquí acaban de editar los padres jesuitas una iglesia mayor que la de Castro, de madera toda, con columnas cuadradas de una pieza que da admiración aquel cuerpo tan grueso"(16). En un documento de 1769 se señala que esta iglesia estaba a medio terminar y que fue concluida posteriormente por fray Felipe Linares de la Orden Franciscana.(17).

Las iglesias mencionadas presentan como una característica en común un volumen de planta de tres naves diferenciándose en el número de torre o incluso sin ella dado que en el inventario no aparecen señaladas.

Estas disposiciones de las iglesias chilotas de tres naves, algunas de ellas con corredores, acercan este esquema del volumen único techado a dos aguas a las iglesias de la primera etapa de las construcciones misionales del Paraguay, hoy inexistentes, pero que perduran en la iglesia franciscana de Yaguaron y en documentos gráficos de San Ignacio de Chiquitos en Bolivia.(18).

Pudiendo concluir que esta iglesia misional de Chiloé –en cuanto a su nave- corresponde a un tipo que está presente en las otras misiones jesuíticas de América del Sur: Mojos y Chiquitos en Bolivia, Maynas en Perú, etc. Sin embargo, la aparición de la torre, como elemento vertical jerárquico las hace diferentes a las iglesias jesuíticas que hemos mencionado.

Respecto al resto de las iglesias misionales, sólo la "Noticia Breve y Moderna del Archipiélago de Chiloé..." ya citado, nombra algunas que califica de acuerdo al tamaño ("Meullín, mediana iglesia; Huildad, iglesia pequeña") o a su calidad constructiva ("Lacui buena capilla, toda de madera y tres naves") y a otras por sus valores arquitectónicos ("Quilquico bonita iglesia, Llinua iglesia proporcionada").

Los franciscanos de Ocopa y después los de Chillán, pusieron un extraordinario celo en la mantención de las iglesias jesuíticas, así como en las innumerables capillas que construyeron, González de Agüero en un informe reservado "sobre lo que no dijo en su Descripción Historial por razones de Estado" (1792) hacía notar al rey Don Carlos IV que "las iglesias o capillas se hayan en total indecencia y sin imagen alguna y solamente aquellas en que ha residido un sacerdote están, en lo que cabe adornadas"(19).

Urbina en su estudio tantas veces citado, señala un número apreciable de "construcción y refacción de capillas: 1771-17780, cuatro son reparadas y siete construidas en el periodo de nueve años"(29). La iglesia de Castro "la han mantenido y conservado los Misioneros, no solo como la recibieron sino muy reparada, y mejorada"; en Achao el Padre Alfonso Reyna se esmeró "en el adorno y compostura de aquella iglesia"; en Queilen el Padre Fr. Juan Bautista Periano "hizo igleisa nueva techada de tablas" y en Chonchi el Padre Fr. Felipe Linares "Hizo también la torre"(21).

En Quenac el Padre Fr. Diego Lozano inició la construcción de la iglesia nueva, la concluyó el Padre Reyna "y la techó con tablas; el Padre Fr. Norberto Fernández construyó iglesias en Qquicaví "y en el inmediato pueblo de Tenaún"; el Padre Fr. Pedro Gil Muñoz a principios del siglo XIX "reedificó la Capilla de Payos y la Capilla y retablo de Vvilupulli..." y Fray Hilarión Matínez en Caguach "hizo una nueva que se concluyó"(22). Fray Pedro, tenía las noticias sobre estas capillas señalando "en todas las referidas iglesias, y en otras de sus respectivos Partidos han puesto aquellos religiosos todo el cuidado, y esmero que han podido..."(23).

Sólo al término de la primera mitad del siglo XIX, en un dibujo aguado de Fitz-Roy del año 1834, tenemos el primer documento gráfico de una iglesia misional –la entonces la iglesia mayor de Castro- que exceptuando el tambor y cúpula de grandes dimensiones presenta los elementos característicos de las iglesias misionales chilotas: la gran nave –con corredores laterales- y la torre fachada central y aporticada; forma que se percibe, aún no totalmente ensamblada en sus dos partes que se leen perceptualmente como autónomas y mal unidas, en una suerte de etapa explorativa del modelo definitivo.

Claudio Gay en su grabado de la "Plaza de San Carlos de Chiloé" de 1835, completada con una visión frontal de la iglesia parroquial en el dibujo de Koening de 1845, presenta una mayor aproximación a la forma de la etapa madura de la iglesia misional en Chiloé en las dos partes –nave y torre fachada- como dos elementos constitutivos de una sola unidad. Puede observarse, además de la existencia de corredores laterales la forma precisa de la torre, dimensión, proporción y su posición retranqueada con respecto al plano de la fachada frontal. Presenta similitud con la torre de la iglesia de Achao, construida en el año 1876, tal como aparece en el plano del pueblo, levantamiento efectuado alrededor de 1898 con ocasión del litigio por terrenos parroquiales entre la Municipalidad y el Obispado de Ancud. Finalmente, en el Convenio de los Franciscanos de Ancud según dibujo de Koening de 1845, puede observarse la iglesia que aparece en un segundo plano: la torre fachada conforma una unidad con el volumen de la nave, la torre a plomo de la fachada y los puntales de los refuerzos laterales. Esta es la primera imagen conocida de la etapa madura de la iglesia misional chilota y que aquí aparece definida en sus características fundamentales.

Uno de los elementos más significativos de la iglesia misional es la torre fachada; su dignidad está dada por la variación, multiplicidad, riqueza y dimensiones que alcanza este elemento y constituye la fachada frontal representativa de la iglesia que preside la plaza; su proceso de estructuración fue lento, los franciscanos realizaron una obra de gran envergadura, reparando o reconstruyendo las iglesias jesuíticas.

Así como en el periodo jesuita se consolidó la planta basilical de tres naves y corredores laterales, durante el proceso constructivo de las capillas en los tiempos de los franciscanos va a desarrollarse el motivo de la torre-fachada; de la documentación existente en el archivo del Obispado de Ancud, del periodo 1860-1910, que corresponde a las iglesias que hoy conocemos, se puede seguir el desarrollo de este motivo distinguiéndose un primer periodo donde coexisten iglesias que tienen una torre con otras que tienen dos.(24).

La más antigua capilla hoy existente desde el unto de vista de su torre fachada es la iglesia de Nuestra Señora de Gracia de Quinchao, de acuerdo a documentos, en el año 1861 la antigua se encontraba en regular estado y al año siguiente muy deteriorada producto de un temporal. Posteriormente se envía al obispado el deseño de una nueva iglesia para el pueblo que contaba con "capillas colaterales, con altar que debe formarse en su centro" y que al parecer no se construyó. Junto a la iglesia antigua se empieza a construir una nueva que es la que sin duda existe hasta hoy; así en el año 1875 el cura de Achao informa al Ordinario que ha mandado forrar con madera de mañio las paredes de la iglesia, ha mandado trabajar la bóveda de las tres naves con madera de alerce y se está construyendo el altar.

En documentos de 1880 queda explícitamente comprobada la existencia de una nave iglesia cuando se hace referencia que "la iglesia de Q. A más de deteriorarse cada día más, principian los malhechores a robarse las maderas de este edificio... perjudicando al edificio nuevo pues su proximación, quitarle la vista y peligro de incendio, considera mejor demolerlo o venderlo, con la condición de desbaratarlo o venderlo, con la condición de desbaratarlo aprovechando las nuevas maderas..." Años más tarde afirma que la iglesia es la mejor construida de toda la provincia, e incluso se dice que es mejor que la de Achao. A principio de siglo se conceden fondos destinados a su reparación, trabajos que terminan en el año 1908.

En el caso de la iglesia de Achao, considerada hasta hoy como la más antigua, solo es así en relación al volumen que encierra las naves que se describe, en el año 1862, como una iglesia de "tres naves de 51 varas de largo, forrada con tablones de laurel, 4 puertas teniendo la del frontis cerrajo de fierro... barandilla del presbiterio de madera hecha curiosamente... púlpito con su escalera y torre de tres campanas". En el año 1876 se está considerando demoler la torre y edificar otra nueva ""n todo conforme a la de la capilla nueva de Quinchao, con la sola diferencia que ésta tiene mayor elevación"; de tal manera, que el modelo de la torre de la iglesia de Achao fue tomado de la iglesia de Quinchao. Esta torre "aunque pequeña está bien enlazada y presenta un aspecto sencillo pero lucido" puede ser la que aparece en el plano del pueblo de Achao con ocasión del litigio de los terrenos parroquiales de 1898.

En 1899 hay un extenso documento al Ordinario sobre el estado en que se encuentra la iglesia parroquial en que se señala que "todos estos remedios no son sino paliativos del mal" y que es de su opinión como también de otras" personas prácticas que convendría más pensar en su reconstrucción". Se adjunta para elklo un presupuesto de reparación y otro que demandaría la construcción de un nuevo templo. En el año 1906 la iglesia y casa parroquial se escapan del incendio del pueblo y en esa ocasión se persiste en la intención de hacer una nueva iglesia; el párroco estima que no es conveniente destinar fondos en reparaciones parciales y más bien solicitar del gobierno recursos para efectuar la reconstrucción el templo. Finalmente primó la idea de reparar el templo y en estos trabajos realizados a principios de siglo se construyó la torre-fachada que hoy conocemos.

Siempre ha llamado la atención, el hecho que el sistema constructivo de la torre fachada sea más moderno que el de la nave; también se puede señalar la posibilidad que se haya insertado esta nueva torra en ese periodo, dado que todo el cuerpo de la nave sobresale del límite predial invadiendo la vereda. Por otro lado, el hecho curioso que el coro posea dos niveles, el primer nivel más bajo, puede ser el correspondiente a la fachada primitiva, semejante a la de Quinchao, y el segundo sea posterior; en fotografías de este siglo la iglesia parece con una puerta y no con tres como la conocemos hoy en día.

Con los ejemplos que hemos analizado, a los cuales es posible sumar otros casos que están detallados en los documentos de los expedientes, podemos decir que la constitución de la iglesia misional chilota, tal como la conocemos, es un proceso que finaliza en el modelo maduro a fines del siglo XIX. Como dice Colquhoun al referirse a la exhibición fotográfica de las iglesias chilotas, que tuvo ocasión de observar en la Bienal de Arquitectura en Santiago "...sería imposible decir que un edificio que consista en un espacio cubierto largo y bajo, con una torre en un extremo del techo, represente la idea de una iglesia en algún sentido escencial"(25); sin embargo, hay un significado que está presente a partir de su inserción en la propia tradición de la arquitectura misional isleña: "el cuidado y el amor con que está intentándose conservar el recuerdo de una arquitectura más sofisticada, de una cultura madre".

La constitución de la iglesia chilota por lo tanto, este tipo básico de edificio geométricamente puesto junto a la plaza no fue una situación impuesta o propia de un momento, sino es un proceso lento que se inició a comienzos o durante el siglo XVI, a partir del espacio explanada como lugar religioso, de encuentro y de acciones. Posteriormente junto a la iglesia se establece el cementerio cuya relación con el embarcadero conforman el núcleo urbano de mayor interés del lugar.

A partir del esquema básico, las iglesias misionales chilotas deberán sufrir un proceso evolutivo que comprometerá un largo periodo para llegar a definir su tipo; primeramente como obra de los jesuitas se desarrolla la nave, seguidamente durante el régimen franciscano, segunda mitad del siglo XIX, se termina definitivamente de conformar la torre fachada con sus tres elementos.

En relación al origen de la torre fachada los historiadores han señalado semejanzas con modelos europeos: Pereira Salas señala la existencia de jesuitas bávaros activos en Chiloé los que podrían haber traído la imagen de las iglesias propias de la región centro europea. Modiano ha señalado cómo esta imagen de la torre fachada aparece por primera vez en un grabado de la iglesia de María Inmaculada en Ratisbona, Alemania, de 1520, donde los elementos que en ella están presentes todavía no configuran una unidad(26). El Padre G. Guarda se refiere a la relación que estas iglesias podrían tener en su elemento torre-fachada con las iglesias de Polonia(27); e mismo Modiano lo ha señalado con respecto a las iglesias de madera en la región de Zagreb en Croacia.

En 1976 hacíamos notar las semejanzas formales de las iglesia chilota con formas religiosas populares del sur de Alemania como la iglesia de San Sebastían de Binzwangen o Santa María de Kloster Schultz e incluso "con edificios civiles como es el caso del ayuntamiento de Rothenburg ob der Tauber"(28).

Sin embargo, todas estas semejanzas y posibles orígenes de la torre fachada de la iglesia misional chilota están basadas en el supuesto que habrían sido construidas por los misioneros jesuítas, de cultura alemana, por lo tanto proveniente del siglo XVIII y referidas principalmente a las iglesias de Achao, Quinchao, Quilquico y Vilupulli.

Los antecedentes obtenidos en esta investigación permiten afirmar que el modelo de la torre fachada, tal como hay la conocemos se constituye como elemento tipológico en la segunda mitad del siglo XIX y por lo tanto el modelo y origen hay que buscarlo en otras regiones o en otros momentos históricos, vinculados en el siglo XIX a los templos de los franciscanos considerado los aportes que ellos puedan haber efectuado provenientes de su propia tradición en una manifestación tardía del racionalismo neoclásico. Como dice Colquhoun: "pertenecen a una tipología bastante estricta, que poseía significado y belleza porque era el resultado de una tradición de la arquitectura: simple, práctica, eminentemente racional y reiterables"(29).

 

El sello de una escuela

Cerca de 60 son las iglesias de Chiloé que responden a la tipología que se ha denominado "Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera". Los elementos básicos, que distinguen a este modelo son la explanada el volumen horizontal, la torre fachada, bóveda y el sistema constructivo.

Los templos consisten en un gran volumen de proporciones horizontales, techado a dos aguas. En el extremo que enfrenta a la explanada se ensambla con un cuerpo vertical, la torre-fachada, que es el elemento, característico de estas construcciones, y que terminó de configurarse hacia mediados del XIX.

Esta torre-fachada se compone de un pórtico de ingreso, el frontón y la torre propiamente tal. La diversidad de expresión entre los diferentes templos esta dada básicamente por las variaciones en la torre y en el pórtico, las que atañen a la dimensión, composición y ornamentación.

El pórtico es propio de las iglesias correspondientes al siglo XIX, pero escaso en las erigidas durante este siglo. Generalmente se resuelve en un sistema de columnas y arcos o dinteles, que admiten grandes variaciones en número, forma y ritmo.

La torre es el elemento vertical que jerarquiza el volumen, y se constituye en el rasgo esencial de la construcción, no sólo por su importancia simbólica -es el soporte de la cruz y de las campanas-, sino también por constituir un referente esencial en el paisaje; sirven, por ejemplo, como elemento de orientación de los navegantes.

Las torres tienen generalmente dos o tres cuerpos o tambores, si bien las hay también de uno; suelen ofrecer menor resistencia al viento a través de la forma hexa a octogonal, cuyo tamaño va disminuyendo hacia el chapitel, sobre el cual se pone la Cruz. Hay torres que enfatizan la verticalidad, acercándose al gótico-Dalcahue o Vilupulli- y otras de menor altura y esbeltez. Excepto en Tenaún, la torre es siempre única, y se erige en el centro, sobre el vértice de las dos aguas.

El volumen horizontal de la iglesia varía en tamaño; los templos tendieron a ampliarse privilegiando: la profundidad por sobre el ancho. En el interior, el espacio es en planta basilical y tres naves de las cuales sólo la central llega a la pared del fondo; las dos laterales terminan antes en un tabique que da lugar a la sacristía y a una suerte de bodega.

La nave principal, en la mayoría de los casos, esta recubierta por un cielo o bóveda de cañón corrido, en tanto las secundarias son de menor altura y cielo planos. Una excepción la constituye Achao, cuya bóveda central no es de cañón corrido sino de casquetes distribuidos en cinco canales longitudinales, y Rilán, donde este elemento, se resuelve en una crucería. Las bóvedas de cañón corrido asemejan en su estructura una embarcación invertida, presentando también cuadernas y vértebras.

En el exterior, la ornamentación se expresa en el diseño de las tejuelas, las puertas, las ventanas del frontón y en la forma, número y ritmo de la arquería.

En cuanto a la estructura, el volumen horizontal es generalmente de madera de ciprés, a base de pie derechos y soleras, arriostrado por diagonales; El volumen se entabla a 45 grados, y se cubre de tejuelas, generalmente de madera de alerce.

La techumbre a dos aguas -cubierta igualmente con tejuelas-es con sistema de par y nudillo. De la techumbre cuelgan la bóveda y los cielos.

Fuente: "Postulación de las Iglesias de Chiloé para su inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial", Consejo de Monumentos Nacionales, 1999.