Gestión académica que anticipó el Nobel de 1945

La primera postulación Nobel de Gabriela Mistral: un hito impulsado por la Universidad de Chile

U. de Chile impulsó la primera postulación oficial al Nobel de Mistral
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Hace 85 años, la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile impulsó oficialmente la primera postulación de Gabriela Mistral al Premio Nobel de Literatura.
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El 14 de noviembre de 1939, la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile formuló la primera postulación oficial de Gabriela Mistral al Premio Nobel de Literatura.
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El documento enviado a la Academia Sueca estuvo a cargo del historiador y entonces decano Luis Galdames y el secretario académico Yolando Pino Saavedra. En la misiva se destacaban “las poesías, los artículos y las conferencias” de Mistral, subrayando tanto su aporte literario como su compromiso con las problemáticas humanas y sociales de su tiempo.
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El 28 de enero de 1940, el diario La Crónica de Perú publicó: “El Premio Nobel de Literatura para 1940 tiene una candidata americana. Una candidata que ocupa en las letras continentales el sitio de honor que su obra le ha ganado a través de una vida fecunda para el arte y para la sensibilidad humana".
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A pesar del entusiasmo que generó la postulación en el campo intelectual y cultural de Chile y Latinoamérica, la reacción de Mistral fue contraria a lo esperado. Desde Niza, escribió a Magdalena Petit una extensa carta en la que agradecía el gesto, pero lamentaba no haber sido consultada previamente desde Santiago.
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Mistral envió una segunda carta al decano Luis Galdames, en la que suavizó su tono y agradeció la iniciativa de la Universidad de Chile y del comité impulsor, presidido por Juvenal Hernández, Rector de la institución en esa época. “Una empresa de conjunto de la América Latina sobre este asunto permitirá que algún día el Premio Nobel sea atribuido a algún escritor latinoamericano”, escribió.
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Seis años después, en 1945, una vez reanudado el premio, Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura de manos del rey Gustavo de Suecia, tras una ardua campaña nacional e internacional, convirtiéndose en la primera escritora latinoamericana en obtenerlo.

A finales de la década de 1930, la educación y la cultura comenzaban a posicionarse como temas centrales en el debate público nacional. En 1938, Pedro Aguirre Cerda asumía la presidencia de la República bajo el lema “Gobernar es educar”, marcando así una nueva etapa de renovación y compromiso con la sociedad. En su entorno se congregaba una amplia generación de intelectuales, artistas y educadores que compartían la convicción de que el conocimiento debía ser una herramienta para transformar el país.

Entre todas estas figuras destacaba Gabriela Mistral, gran amiga de Aguirre Cerda y símbolo en Chile de educación, poesía y conciencia social. A lo largo de su trayectoria, la poeta había recorrido América y Europa representando al país y a otras naciones de Latinoamérica en distintos foros diplomáticos y culturales, mientras su obra resonaba en escuelas, liceos y universidades. Para muchos, su trabajo encarnaba la identidad latinoamericana.

Según Soledad Falabella, académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la U. de Chile, Mistral atravesaba entonces un momento de madurez literaria. “Acababa de publicar Tala en la editorial Sur de Buenos Aires, libro en el que nos presenta su proyecto americano y reflexión poética después de haber salido de Chile en 1922. Lleva casi 20 años fuera de su país, trabajando para los gobiernos de México y Chile y profundizando en su labor de lo que hoy llamamos ‘gestora cultural’, promoviendo a Chile y América Latina”.

Luego de una visita de Gabriela Mistral a Ecuador, en donde conoció a Adelaida Velasco por triangulación con el diplomático Gonzalo Zaldumbide, fue que en 1938, la intelectual ecuatoriana envió una carta al presidente Pedro Aguirre Cerda para proponer la candidatura de Mistral al Premio Nobel de Literatura. Velasco sostenía que las obras, la trayectoria y la influencia de la poeta merecían un reconocimiento internacional, y que Chile debía liderar esa iniciativa. La propuesta entusiasmó a Aguirre Cerda, quien mantenía con Mistral una relación cercana y una profunda admiración desde hacía décadas. De inmediato, activó diversos canales diplomáticos y culturales del Estado (entre ellos el Ministerio de Educación, la Cancillería y la Universidad de Chile) para darle respaldo oficial a la postulación.

Finalmente, el 14 de noviembre de 1939, la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile formuló la primera postulación oficial de Gabriela Mistral al Premio Nobel de Literatura, un hito que este año cumple 85 años. El documento enviado a la Academia Sueca estuvo a cargo del historiador y entonces decano Luis Galdames y el secretario académico Yolando Pino Saavedra. En la misiva se destacaban “las poesías, los artículos y las conferencias” de Mistral, subrayando tanto su aporte literario como su compromiso con las problemáticas humanas y sociales de su tiempo.

“Esta carta de apoyo de la Universidad de Chile a la candidatura al Premio Nobel de Gabriela Mistral resume muy bien su proyecto intelectual y poético «los más altos valores que se destacan en el mundo en la expresión de las bellas facultades del espíritu». En ella vemos cómo Mistral logra posicionarse como una poeta e intelectual de relevancia no solo nacional y latinoamericana, sino también mundial, promoviendo los valores de la hermandad entre los pueblos sin desdibujar lo propio ni la libertad de cada persona. Asimismo, la carta destaca que se trata de una mujer que sobresale en todo el continente, algo que ningún otro poeta había conseguido de la misma forma”, señaló Falabella.

En este hito, rescatado en el libro Gabriela Mistral y la Universidad de Chile, publicado por el Archivo Central Andrés Bello este 2025, se destaca que el expediente enviado a la Academia Sueca incluía tres libros: Desolación, Tala y La divina Gabriela, biografía escrita por el historiador chileno Virgilio Figueroa. Desde Londres se despacharon los ejemplares y se encargó traducir la biografía al sueco para ampliar su difusión. Poco después se incorporó también Ternura, mientras que la escritora Magdalena Petit fue designada para redactar una biografía en francés que facilitara su presentación en Europa. Pronto, la postulación comenzó a ganar relevancia y apoyo en diversos países latinoamericanos.

El 28 de enero de 1940, el diario La Crónica de Perú publicó: “El Premio Nobel de Literatura para 1940 tiene una candidata americana. Una candidata que ocupa en las letras continentales el sitio de honor que su obra le ha ganado a través de una vida fecunda para el arte y para la sensibilidad humana. Gabriela Mistral, además de ser mujer de gran sentido social, de generoso y hondo amor por la paz entre los hombres y por el amor como base de la vida, es una de las almas más nobles que pueden vivir entre nosotros”.

La respuesta de Mistral

A pesar del entusiasmo que generó la postulación en el campo intelectual y cultural de Chile y Latinoamérica, la reacción de Mistral fue contraria a lo esperado. Desde Niza, escribió a Magdalena Petit una extensa carta en la que agradecía el gesto, pero lamentaba no haber sido consultada previamente desde Santiago. En esa misiva, la poeta criticaba duramente la viabilidad de la iniciativa, señalando que la Academia Sueca “no puede premiar, ni con su mejor buena voluntad, a un autor no traducido en libro, al inglés primero y al francés en segundo término”.

Sin embargo, esta distancia crítica no apuntaba al reconocimiento en sí, sino al modo en que se había gestionado. Para Mistral, uno de los pasos fundamentales antes de una postulación de esa envergadura debía ser difundir su obra fuera del ámbito hispanohablante.

En este sentido, Gabriel González, coordinador del Área de Gestión Cultural y Extensión del Archivo Central Andrés Bello y coautor del libro Gabriela Mistral y la Universidad de Chile, explicó que “Mistral contaba con una destacada trayectoria diplomática, especialmente en el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, donde trabajó personalmente en la traducción al francés de diversas obras clásicas americanas. Esa experiencia le permitió comprender de manera muy directa la importancia que tenían las traducciones para acceder a reconocimientos internacionales como el Premio Nobel”.

Días más tarde, Mistral envió una segunda carta al decano Luis Galdames, en la que suavizó su tono y agradeció la iniciativa de la Universidad de Chile y del comité impulsor, presidido por Juvenal Hernández, Rector de la institución en esa época. “Una empresa de conjunto de la América Latina sobre este asunto permitirá que algún día el Premio Nobel sea atribuido a algún escritor latinoamericano”, escribió.

Esta respuesta motivó una rápida reacción del Estado de Chile, particularmente de la Cancillería, que impulsó la traducción de su obra al francés. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial, que estalló ese mismo año, interrumpió temporalmente la entrega del Premio Nobel. La Academia Sueca suspendió las nominaciones entre 1940 y 1944, lo que retrasó los esfuerzos de difusión y traducción de la obra mistraliana.

A pesar de ello, diplomáticos y académicos continuaron trabajando para mantener a la poeta en el radar cultural europeo. Finalmente, el expediente mistraliano fue revisado en distintas instancias, y algunos de sus poemas comenzaron a circular traducidos al sueco.

Seis años después, en 1945, una vez reanudado el premio, Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura de manos del Rey Gustavo de Suecia, tras una ardua campaña nacional e internacional, convirtiéndose en la primera escritora latinoamericana en obtenerlo.

Para Raúl Villarroel, decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, la obra y el compromiso social de la poeta trascendieron fronteras. “Gabriela Mistral fue una observadora aguda y crítica de los conflictos de su tiempo. Defendió fervientemente a los pueblos indígenas, condenó la explotación y abogó por la paz mundial, un compromiso ético que fue reconocido en 1945 al recibir el Premio Nobel de Literatura, impulsado por la Facultad de Filosofía y Educación, antecesora de nuestra actual Facultad de Filosofía y Humanidades”.

El decano agregó que la conexión de Mistral con la Universidad permanece vigente. “Desde siempre nuestra Facultad ha posicionado a Mistral como una protagonista destacada del saber a través de sus reflexiones educativas, su enfoque de la cultura, su vínculo con el mundo rural y su tremenda sensibilidad hacia la desigualdad, que siguen interpelando incesantemente a las humanidades hoy”.

80 años de la obtención del Premio Nobel de Literatura

Ocho décadas después, el Archivo Central Andrés Bello de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile, con el apoyo de documentos resguardados por la Biblioteca Nacional de Chile, reconstruye esta historia para destacar el papel que diversas instituciones culturales del país desempeñaron en la proyección internacional de Mistral.

Más allá de su valor histórico, esta primera postulación permite comprender cómo el Estado, las universidades y el mundo cultural articularon esfuerzos para promover la obra mistraliana. A más de ochenta años de esa primera postulación oficial al Premio Nobel, la Universidad de Chile recuerda este hito.

Fernanda Vera, directora del Archivo Central Andrés Bello, subrayó la importancia de este hallazgo documental: “Es sumamente relevante para la Universidad y un orgullo haber hecho las primeras gestiones que facilitaron y posibilitaron posteriormente que Gabriela Mistral obtuviese el Nobel. Realmente es un honor haber podido encontrar esta información y ponerla a disposición de la comunidad.”