Se sitúan en extremos generacionales opuestos, sin embargo durante la pandemia niños, niñas y personas mayores sufrieron los mayores costos a nivel social y emocional. Por diferentes motivos, ambos grupos fueron severamente restringidos en su movilidad: los niños y niñas dejaron de asistir a clases y sin entender mucho, se retrajeron a su círculo familiar; los adultos mayores, por ser grupo con mayor riesgo de contagio, fueron obligados a mantener una prolongada cuarentena, que también terminó afectando su vida social.
Poder brindar un acompañamiento emocional a estos dos grupos etáreos, para intentar paliar sus daños psico-emocionales, es lo que se propuso “NaturArt”, proyecto ganador de un Fondo Valentín Letelier en 2020 e impulsado por docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la U. de Chile, apoyado por otras unidades del plantel, que ya puso en marcha su primera etapa de diagnóstico en dos Centros de Salud Familiar (Cesfam) de la comuna de San Ramón.
Se trata del Cesfam La Bandera y Salvador Allende, donde 30 personas, entre niños, niñas (entre 9 y 11 años) adolescentes (entre 13 y 17 años) y adultos mayores (entre 60 a 83 años), están siendo entrevistados para, en una primera etapa, realizar un diagnóstico sobre sus experiencias durante esta pandemia, su estado emocional actual y su interés en participar eventualmente de talleres y proyectos que tienen al medioambiente y al arte como herramientas de terapia.
“Tenemos casos de niños y niñas que aún le tienen mucho miedo al Covid y que no están saliendo de sus casas, que dejaron de ver a sus amigos, que no tienen redes sociales y que se han encerrado en sí mismos. Lo mismo sucede con personas mayores, algunas viven solas y con la pandemia cortaron sus lazos de socialización, entonces para muchos ha sido muy duro y triste”, comenta Karla Simon, una de las estudiantes de la carrera de Veterinaria que está realizando las primeras entrevistas a los beneficiarios vía telefónica.
“Les hacemos preguntas sobre su estado emocional y social y también qué tipo de necesidades tienen o qué actividades les gustaría realizar en los futuros talleres, al igual de cuál es su conexión con la naturaleza y el arte”, agrega Simon, quien además pertenece a una organización estudiantil que antes de la pandemia impartía talleres de educación medioambiental en vivo y que ahora participan entregando material educativo vía instagram del perfil del proyecto NaturArt.
“Queremos cambiar esa visión de que para acercarte a la naturaleza tienes que ir a un parque o hacer un viaje largo. Podemos encontrar la naturaleza en todas partes, en el árbol que está en tu barrio, en los bichitos que andan en el patio, en la plantita que tienes en casa. La naturaleza es parte de nuestras vidas, estamos insertos y somos parte de este ecosistema”, destaca la estudiante.
Trabajo colaborativo
“NaturArt” se originó a partir de un proyecto “Detectives de la naturaleza” financiado por el programa Explora (hoy ANID) y liderado por María Loreto Bornscheuer, profesional del Centro de Gestión Ambiental y Biodiversidad Favet, quien trabajó con niños y niñas de La Pintana en 2019 y quien tuvo el interés de incluir el arte como otra herramienta de apoyo emocional.
Ahora, María Loreto Bornscheuer y Cristóbal Briceño, académico de Favet, levantaron esta nueva iniciativa en colaboración con otros 23 académicos, estudiantes y funcionarios de distintas unidades de la U. de Chile como la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, el Instituto de la Comunicación e Imagen, la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza, el Centro de Enseñanza Aprendizaje Campus Sur, la Facultad de Artes, la Facultad de Medicina y la Facultad de Ciencias.
“Hemos aprendido mucho de los colegas de arte, en el sentido de poder ver la naturaleza no solo como la vemos los veterinarios, como formas de vida, sino también en el uso de los materiales, elementos que están en la naturaleza y con las que también se puede crear nuevas cosas”, afirma Cristóbal Briceño.
Para Bornscheuer esta etapa de diagnóstico y de escucha de los beneficiarios es esencial para poder construir colaborativamente los futuros talleres enfocados en arte y medio ambiente. “Estamos abiertos a generar una gran variedad de actividades que pueden ser desde hacer manualidades, hasta meditación, yoga u otros métodos con que puedan conectar con su entorno más cercano, también nos gustaría en algún momento pintar un mural colaborativo en el Parque La Bandera, pero no queremos llegar a imponer nada, sino hacerlos parte y atender a sus necesidades”, dice la académica.
Durante septiembre se llevaría a cabo la etapa de diagnóstico; en octubre y noviembre elaborarán material de apoyo asincrónico como cápsulas audiovisuales y podcast centrados en los temas de medio ambiente y arte y en enero iniciarán de lleno los talleres piloto en que habría una participación también intergeneracional de los beneficiarios.
“La idea es generar un conexión entre ellos, que se conozcan, probablemente muchos son vecinos y vecinas que no se han visto en meses. Motivar la relación entre ellos y que puedan levantarse actividades territoriales es central para nosotros, como también poder darle continuidad a este proyecto en el tiempo”, agrega Bornscheuer.