HANS MAGNUS ENZENSBERGER

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HISTORIAL

Más tarde averigüé que fue un viernes,
cuando salí, gritando,
de mi ataúd, de mi madre.

Entre mi nacimiento traicionero,
confirmado con aceite y agua y sal,
y mi muerte innata,

en ese largo momento entre viernes
y otro viernes fui vacunado,
hice la primera comunión, fui examinado. Para la suerte

valía el rostro barnizado de la fuerza.
Una vez al año cambiaba la nieve.
Mi mortaja la cambié diariamente.

Percibí las cuatro regiones del cielo.
Mis palabras marcharon sobre el viento.
Ninguna fama, ningún fuego me ha devorado.

De noche mi hígado pesa como una piedra,
y cuando llega el viernes escucho un griterío,
como si gritara en mi camisa blanca,

como por un momento largo, a la hora de mi nacimiento.
Luego me duermo malhumorado y pienso:
esto no me importa, habrá otra

guerra, otro perro habrá muerto, no yo.
Se dispara a la luna, estoy soterrado
en un espacio sin espíritu, que clama al cielo.

 

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